Opinión

Las cuentas claras de Luciano Fariña

Hay pérdidas que son un auténtico sopapo aunque vengan anunciadas por un cáncer terrible. Luciano Fariña, conselleiro maior del Consello de Contas, dejó en la madrugada de ayer de hacer números a los 68 años en el Hospital Provincial de Pontevedra. Miguel Delibes escribió a la viuda de su editor Josep Vergés un telegrama de pésame que compendia el dolor más profundo: "Sé que tú también te sientes incompleta". Pues hoy Galicia está menos completa con el fallecimiento de este inspector de Hacienda que se caracterizaba por la integridad.


Era asiduo del Café de Redacción del desaparecido 'Xornal de Galicia', del que este chófer de anécdotas era adjunto al director, primero con José Luis Gómez y después con María Val. Luciano también prestó su pluma a La Región para sacudir la paja del farragoso asunto de la fiscalización de las administraciones públicas.
A los jóvenes periodistas de la malograda cabecera, los sacaba de sus casillas porque bromeaba con mordacidad, pero siempre con respeto, sobre el empleo mayoritario del gallego en las páginas del periódico. También sabía como aguijonear a los políticos. Llegaba siempre con una carpeta de papeles y esquemas que no quedaban demasiado bien retratados a los nos gobiernan. A pesar de su orientación ideológica, Fraga y después Feijóo lo nombraron conselleiro maior, Luciano Fariña repartía estopa a azules, colorados y verdes cuando detectaba que las cuentas eran grises.


Era inflexible como buen inspector de Hacienda y disciplinado como militar, que también lo fue, pero sobre todo se trataba de una persona con la que siempre se podía contar para colocar la coma en el sitio preciso. El informe que tuteló sobre el desplazamiento de gasto del Gobierno de Núñez Feijóo del ejercicio 2010 para el siguiente fue uno de los argumentos que la oposición blandió en campaña para debilitar la candidatura del presidente de la Xunta. Pero cuando habla el dato, la política sólo puede buscar excusas. También escribió a Sáenz de Santamaría para criticar la propuesta de suprimir el Consello de Contas, órgano estatutario, negando la duplicidad con el Tribunal de Cuentas. La transparencia en la gestión de las administraciones es el mejor homenaje que se le puede tributar.

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