Opinión

Cuerpo de invierno

El agua de otoño ha comenzado a tintinear en la ventana mientras el verano se agarra al calendario. Los colegas de sentimientos almibarados prometen conservar un agosto eterno en el pecho sin ponderar la importancia del nevero y la salazón para que la especie humana no se haya extinguido antes de llevar al planeta al punto de ebullición.

Ya queda poco para que la vista se libre de las pantorrillas de señores a los que sólo les falta la piruleta para completar la foto desleída de su infancia. La estética agradece que al menos ya no se lleven las camisetas de tirantes que conducían la mirada hacia sobaco ajeno sin posibilidad de arrepentimiento como sucede en una película de terror.

El cuerpo de este chófer de anécdotas pide invierno aunque los 47 grados vividos en Sevilla en agosto le parezcan poca cosa en comparación con A Coruña a 28. La humedad se pega como la arena de la playa a la piel. El calendario vital también debe influir en la percepción de las estaciones. Los colegas más jóvenes confían en que el veranillo de San Miguel no falle y el “veroño” de octubre les permitan tardes de baño, lingotazos y ligoteo. Los que ya se mueven con una carrocería que no necesitaría pagar el impuesto de circulación si se tratase de un coche descuentan los días para salir a por setas o para hacer prácticas de tiro fotográfico con la luz más embriagadora del año. El pantone que ofrecen valles y montañas es insuperable como Magaluf cuando se organiza la excursión del instituto.

En el armario sigue esperando esa chupa que los obreros –al menos el de esta tecla– adquieren aprovechando las últimas rebajas de primavera. “¿Adónde vas con esa estufa puesta?”, reprochó la conviviente cuando el verano ya había comenzado a calentar y antes de que dejase de hacerlo. “No tengas tanta prisa por estrenarla que en unos días te la podrás poner para estar en casa porque al precio que está la luz y al que va a estar el gas este año toca más abrigo y menos calefacción”. La aclaración sacudió la melancolía del folio como una bofetada. La escasez de recursos en Canarias, Andalucía o Comunidad Valenciana resulta menos peligrosa para la supervivencia que en Bilbao, Burgos, Teruel, León, Ourense o A Coruña. Puñetero invierno y el otoño por pasar. 

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