Opinión

Las curvas de una medalla

Hay decisiones tan complicadas de gestionar como una curva traicionera. La Xunta concedió la Medalla de Galicia a las víctimas del brutal accidente ferroviario de Angrois y a los heroicos vecinos que se lanzaron a la vía para prestar auxilio con los equipos de emergencia sin calibrar riesgos, pero este lógico reconocimiento se está topando con plantes y con más enredos de los inicialmente previstos.

La asociación mayoritaria de afectados acudirá al acto de entrega, que se adelanta un día para hacerlo coincidir con el aniversario de la tragedia. Otra asociación que engloba a una cuarentena de víctimas se divide entre los que pasan de ceremonias institucionales y los que también han confirmado su asistencia, pero para protestar a la puerta del Museo da Cidade da Cultura por entender que alguien intenta rentabilizar políticamente el sufrimiento, mientras no se ha esclarecido lo sucedido en la fatídica tarde del 24 de julio del año pasado ni se ha celebrado una comisión de investigación.

El derecho de las víctimas a saber qué precipitó la masacre es incuestionable y un juez acostumbra a ser más fiable que los interrogatorios y conclusiones de nuestros representantes parlamentarios por aquello de las mayorías absolutas y los compadreos políticos. Los bravos vecinos de Angrois, desde siempre reivindicativos, están entre el sí y el no. No se niegan a recibir la Medalla, porque han aceptado distinciones de varios rincones del Estado y son candidatos al Príncipe de Asturias de la Concordia, pero tampoco quieren agraviar a los que prefieren intimidad en el duelo. Argumentan que no es día de festejos, sino de recogimiento, aunque en el barrio nada ha sido ni volverá a ser igual, con medalla o sin ella. Cuando alguien pasa por un acontecimiento de tales magnitudes, siempre hay alguna sombra hasta en las tardes de sol.

El Gobierno gallego, a través de su vicepresidente, Alfonso Rueda, se ha mostrado dispuesto a repetir en otra fecha el acto con los vecinos y hará lo imposible para no espinarse con un asunto tan difícil de negociar. También jarrearían críticas si este año no se le hubiese concedido la Medalla de Galicia a las víctimas y a los héroes de Angrois. Recordemos y hagamos lo posible para que no vuelva a suceder.

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