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Con las calles en calma, el Procés amansado y la economía a flote tras los embates de una pandemia, la erupción de un volcán o la inflación y la invasión rusa de Ucrania, el candidato que pone en juego la silla de presidente en las elecciones generales podría sentarse para asistir al resultado. Si el personal no respalda la gestión, la culpa no será del que echa las cuentas sino de los administrados. Hay derrotas que se pueden asumir con la cabeza alta, sobre todo si dejas el país con más derechos de los que te encontraste al llegar. No siempre se puede ser el más querido por mucho empeño que se le ponga al intento, a no ser que fabriques cerveza Estrella Galicia.  

Hay derrotas que se pueden asumir con la cabeza alta, sobre todo si dejas el país con más derechos de los que te encontraste al llegar.

A Pedro Sánchez no lo frenará la economía, pero el ímpetu lo puede acabar descabalgando. Metió el pie en el cepo del plebiscito al sanchismo que le tendió Núñez Feijóo en las municipales y autonómicas en doce comunidades y la mañana después del recuento adelantó seis meses las generales. Él no se presentaba pero asumió la derrota con un giro de guion tan inesperado que incluso cogió a Yolanda Díaz y a Ione Belarra sin acabar el “tenemos que hablar”.

A Pedro Sánchez no lo frenará la economía, pero el ímpetu lo puede acabar descabalgando.

Los datos de la plusmarca de altas en la Seguridad Social en mayo se diluyeron en la crítica del PP por haber llamado a votar el 23 de julio. Feijóo puso las últimas gallegas el 12 de julio de 2020 en plena pandemia, pero en Génova disimularon cuando se lo recordaron. El mosqueo prevacacional ya circulaba .

 Las ganas de Sánchez no se le discuten. Ayer ofreció seis cara a cara con Feijóo, a debate por lunes hasta las urnas. Borja Sémper, el perfil centrado de Génova, calificó la propuesta de “excentricidad y España no está para excentricidades”. Aunque es una patochada, porque la política seria reside en el debate, la respuesta vale como eslogan de campaña. A la vista de cómo le fue en el Senado, sería impropio de Feijóo darle agua al adversario aunque no cumpla el canon. En las elecciones de 2009 que lo llevaron a la Xunta exigió un cara a cara con Touriño y Quintana por separado en la TVG para que el bipartito no le doblase en tiempo, llamó “cobarde” al primero por no aceptar, después dijo sí a un debate a tres en la Cope pero tampoco se celebró. “España es más que un debate entre dos hombres”, sentenció ayer Yolanda Díaz. No hay debate.

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