Opinión

Diputado 351, escaño 76

Sería maravilloso que uno de los jugadores que disputan el Mundial con la selección saliese de un sorteo entre toda la población”, bromeó el periodista maño Antonio Lite en un encuentro en Salamanca con varios colegas de promoción mientras manteaban la prensa deportiva en una terraza de la Plaza Mayor. Era la época en la que Luis Enrique descolocaba al seleccionador que todos llevamos dentro convocando chavales de 17 años o a futbolistas que chirriaban en la lista mientras Iago Aspas se quedaba contemplando bateas en Moaña. La idea puede parecer un disparate gordo para colarse por el cribo del análisis deportivo, pero sería una genialidad si se trata de provocar el interés del personal: “Te puede tocar a ti, tú también puedes ser campeón del mundo”.

La política importa más de lo que cacarean los que pretenden que no interese para seguir mangoneando los mismos de siempre mientras la peña costea la fiesta, pero el curro de los políticos (diputados, concejales, conselleiros, ministros, alcaldes, presidentes...) no está demasiado bien considerado, ni casi bien pagado para las horas que echan con disposición sin pretextos. Una fórmula de concienciar a la población sobre el valor de un representante público electo podría ser el sorteo del diputado 351 en el Congreso y el escaño 76 en el Parlamento de Galicia (al igual que en el resto de cámaras autonómicas). 

El agraciado tendría acta durante un año para que se escuchase sin filtro ni ataduras partidarias la voz de la calle en los momentos de tensión impostada o de trolas descomunales.

La elección del diputado 351 o 76 podría coincidir con el sorteo del Gordo de la Lotería de Navidad y en el bombo entrarían todos los ciudadanos del censo con derecho a voto, como sucede para componer las mesas en cada proceso electoral. 

Los representantes del pueblo por azar podrían tener su escaño al lado o detrás de la presidenta del Congreso, Francina Armengol, o del presidente del Parlamento gallego, Miguel Santalices, para ofrecer al instante una opinión libre del argumentario de los partidos durante el manejo de las sesiones. Se trata de una hipótesis, como la elección hoy de Núñez Feijóo como presidente del Gobierno en la segunda votación de su investidura. 

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