Opinión

Las doce olas y un pueblo diez

Las cancelas impuestas al desmadre navideño poco antes de que espumease el cava han servido de test para certificar que la paciencia del personal ante las restricciones está a la altura de los tiempos de pandemia. En la coruñesa playa del Matadero sólo dos parejas cambiaron de año contando doce olas en vez de atragantarse con las doce uvas al ritmo que tradicionalmente marca el reloj de la Puerta del Sol de Madrid. El fin de año más caluroso de lo habitual, con casi 20 grados a la orilla del mar, hacía presagiar hordas de chavales adelantando las hogueras de San Juan o saldando la celebración sin fuego de los últimos dos años, pero no fue necesario ni un retén policial para espantar cualquier intención de botellón salvaje. Las calles de la ciudad en la que es virtud “andar de parranda e durmir de pé” permanecían casi desiertas mientras el nuevo año recorría sus primeras horas.

La imagen de responsabilidad civil también se vio en zonas de ocio tan bulliciosas como Vinos en Ourense. “Yo me bajé a tomar una cañita antes de la cena y la mitad de los locales estaban cerrados y en el resto la peña estaba tomándose tan ricamente su vino y su cerveza, pero sin nada que reseñar”, resume un colega el garbeo. La proporcionalidad de la cancelación de la fiesta se podrá ponderar en un par de semanas con los datos de hospitalizaciones en comunidades que decidieron mantener la hostelería y el ocio nocturno en funcionamiento, como Madrid o Castilla y León. La Consellería de Sanidade sitúa el pico de la sexta ola sobre el 18 de enero, pero la respuesta de la sociedad está siendo ejemplar a pesar de que en la última jornada se registraron en Galicia 3.815 nuevos contagios. Hasta la mañana de ayer más de 10.000 ciudadanos habían comunicado a la Xunta el resultado positivo de un autotest, con lo que se aligeran los trámites en atención primaria de una Administración superada por la pandemia, como todas. El Sergas ya ha limitado la actividad en 12 centros de salud del área sanitaria de Vigo por falta de manos. El conselleiro de Sanidade, Julio García Comesaña, anunció la reincorporación voluntaria de 86 médicos jubilados para reforzar los ambulatorios, y se espera que también lo hagan licenciados o graduados sin el MIR. Un pueblo diez.

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