Opinión

Drogas, alcohol y curvas

En los primeros tres meses de este año mil conductores han dado positivo por consumo de drogas en Galicia (300 en la provincia de Ourense) en los controles realizados por la Guardia Civil. El dato es alarmante, aunque hay que reconocer que hemos avanzado un buen trecho en seguridad vial y la peña es cada vez más responsable cuando tiene que coger el coche.

A los cativos ya no se les da el chupete mojado en anís para que dejen de dar la turra; los rapaces han dejado de desayunar sopas bañadas en vino tinto; la estampa del obrero metiéndose un lingotazo de aguardiente antes de subir al andamio ha dejado de ser corriente; la gente es consciente de que con más de dos cervezas va a dar positivo si caes en un control de alcoholemia... Aunque hemos mejorado en concienciación viaria, cada vez se respetan más los límites de velocidad y ya nadie viaja sin abrocharse el cinturón, los recientes test de drogas que se realizan desde hace dos años advierten de que queda algún insensato jugándose su vida y la nuestra en la carretera. Y tarados los habrá siempre. Drogas, alcohol y curvas acostumbran a ser una mezcla mortal.

En plena revolución tecnológica resulta incomprensible que los coches no cuenten con un dispositivo que impida arrancar el vehículo en caso de que el conductor esté pedo. Claro que este sencillo cachivache impediría al Estado recaudar un porrón de millones por las infracciones, pero una vida no tiene precio.

Aprovechando el viaje, también los teléfonos inteligentes podrían contar con una aplicación que impidiese hacer llamadas o enviar mensajes cuando estás mamado como un piojo. Suele suceder que al día siguiente te arrepientes de lo que has dicho o enviado cuando te recuerdan tus actos. El alcohol no es culpable, pero siempre está de testigo cuando se cometen las mayores atrocidades. Salir a la carretera borracho o drogado es como la insensatez de jugar a la ruleta rusa. Hay muchas papeletas de que te pegues un tiro o se lo pegues a alguien, que es peor.

Las campañas de tráfico han ayudado a mejorar la educación viaria, pero puede ser el momento de dar un paso más y aprovechar los avances tecnológicos para que los controles dejen de ser necesarios.

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