Opinión

Empapelar a los pobres

Digamos que sucedió en una ciudad tan real como la que usted ahora mismo está pisando. No se dice el nombre para espantar las posibles represalias de los que nos fríen a multas en la sartén del poder. Pero cuando alguien vuelva con la matraca de recuperar los desleídos cascos históricos y las facilidades y planes propagandísticos recuerden que le están tendiendo una trampa y si no se lo creen, pasen y lean.

Una joven pareja decide instalarse de alquiler en el hermoso casco histórico de una bella villa. Y cuando le toca hacer la mudanza los mozos se dan cuenta de que no tienen la tarjeta de residentes que permite que baje el puñetero bolardo. Como es imposible acudir a la cámara municipal a solicitarla durante el fin de semana, pues se la piden prestada a un colega. Cuando ya están concluyendo el fatigoso traslado se presenta una policía advirtiendo de que no son residentes y, además, el permiso del amigo ya está caducado. La pareja le explica la situación con franqueza, además de comprometerse por interés, a solicitar la tarjeta el lunes siguiente. La policía les suelta la chapa y les dice que por esta vez pasa, pero que no vuelva a suceder y bla, bla, bla...

Pasó el día y acabó la romería, piensan los dos jóvenes que andan amartelados. Pero a la semana les llega una multa de 751 eurospor no tener la pertinente tarjeta y al colega le llega una receta por el mismo importe por haberla prestado y estar caducada. ¿Dónde está la compresión de unos funcionarios que pagamos entre todos y dicen que están para servir al ciudadano? ¿Dónde está el interés de la administración por recuperar unos cascos históricos destrizados por el paso de los años? El único interés aquí consiste en multar y empapelar al pobre para que siga sosteniendo un sistema que apesta por tanta corruptela.

En Ferrol las casas se desploman a un ritmo vertiginoso; en Betanzos, la ciudad de los caballeros, también están en riesgo de demolición; en Ourense el casco histórico ha perdido el empuje que parecía haber recuperado hace unos años porque es necesario ser muy militante y querer complicarse el día a día viviendo en esas centenarias calles. Algún día los que mandan se darán cuenta de que es imposible gobernar con sensibilidad de piedra.

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