Opinión

Como si Feijóo toca la pandereta

Dice el socialista Xoaquín Fernández Leiceaga que no espera gran cosa del discurso de investidura que hoy propina Alberto Núñez Feijóo. El líder de En Marea, Luís Villares, comenta que no entiende que el presidente gallego en funciones celebre su entronización el sábado en el Obradoiro porque no hay datos económicos ni sociales que inviten a la  fiesta. Explica la nacionalista Ana Pontón que intentará incidir el jueves durante su intervención en la Cámara en las contradicciones políticas del candidato a la presidencia antes de que se celebre una votación de la que ya se sabe el resultado.

Y Feijóo, como si le da por tocar la pandereta. Los demás pueden escuchar, si quieren, o taparse los oídos, que por algo ha conseguido ser absoluto por tercera vez consecutiva en unos tiempos políticos en los que se estila más el coro que los solistas. 

La gestión del líder del PP al frente de la Xunta durante dos legislaturas ha sido eficiente en la contención del déficit, aunque no de la deuda, y de cuestionable imaginación política y económica. Pero ahí está el tío, quizá no tanto por su culpa, sino por demérito de los rivales, pero ya asaltó San Caetano gracias a que el socialista Emilio Pérez Touriño y el nacionalista Anxo Quintana se empeñaron en despellejarse como buenos socios en vez de tocarle la cara al que les birló el asiento.

También se comenta en los mentideros políticos para desacreditar a Feijóo que Rajoy lo acaba de dejar sin manta al no haber nombrado a un ministro gallego. Rajoy, el tipo con más aplomo para salvar el pellejo, es consciente, como el propio Feijóo, que salvo Pedro Puy no hay mucho más que rascar en Galicia para sortear un ministerio. Con un pontevedrés al mando del Gobierno y una gallego-zamorana presidiendo el Congreso, la cuota gallega es más generosa que la que nos concede Bruselas para la pesca o antes para la leche.

 Manuel Fraga llegó a meter a 5.000 gaiteiros en el Obradoiro para celebrar su investidura, Quintana tuvo una gran bulla con Touriño para que al menos estuviese uno en la celebración del desalojo de Fraga y Feijóo recuperó a los de la Diputación ourensana en 2009. Renunció al acto en 2012 por la crisis, pero hoy como si manda tocar las castañuelas. Manda. 

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