En el imprescindible libro 'Retratos y encuentros' del maestro Gay Talese, el actor irlandés Peter O'Toole realiza una confesión sobre su tierra que perfectamente se ajustaría a Galicia: "¿Sabes cuál es el mayor producto de exportación de Irlanda? Los hombres. Hombres (...)" "Irlanda, puedes amarla... pero no vivir en ella".
La conselleira de Traballo, Beatriz Mato, ha advertido durante la inauguración de un foro de políticas sociales y dinamización demográfica de que Galicia corre el riesgo de perder el 40% de su población en 2050 si no se logra corregir los saldos negativos de las dos últimas décadas. Según el INE, el censo de gallegos en el exterior ha medrado en más de 108.000 personas en los últimos seis años. Hemos perdido más población que Ourense, la tercera ciudad de Galicia, y suelen ser jóvenes estupendamente preparados en los que hemos invertido unos 100.000 euros en su formación para que exploten su talento en el extranjero. Los ingleses incluso están ofreciendo contrato de trabajo a enfermeros vigueses que todavía no se han graduado.
El conselleiro de Economía e Industria, Francisco Conde, presentó el viernes un proyecto para que Galicia vuele alto en el prometedor negocio de los drones, aviones no tripulados, con la creación de un parque tecnológico en el aeródromo de Rozas. La inversión de 45 millones a la que se compromete la Xunta para conseguir un socio con el objetivo de posicionar a esta tierra en una actividad que moverá unos 67.000 millones de euros en 2020 ha atraído a 200 empresas del sector, entre las que destacan Airbus o Boeing, para las que ya trabaja la ourensana Coasa. Toda apuesta es plausible, pero hay que mantener el pulso, para que no se quede como un proyecto de cine que se llevó el viento. Hay que atreverse a volar para que los mozos no vuelen. A esta tierra es imposible no quererla, como decía O'Toole de Irlanda, ahora hay que hacer que se pueda vivir en ella.
