Opinión

"Háblale de mí"

Aún no han tenido tiempo a tomar las medidas a los despachos y el personal ya ha comenzado a maniobrar para situarse cerca en el momento que toque el reparto de tareas. No es ideología, sólo se trata de un asunto laboral. Un abogado ambidiestro para mover salsas políticas confesó ayer con cierta sorpresa que ya lo había llamado un funcionario de A Coruña para que le contase a Inés Rey, la futura alcaldesa,  sus capacidades para desempeñar un determinado puesto de trabajo. "Háblale de mí', me dijo. Me sonó a una canción, pero hay que reconocer que el fulano está a la caída". 

Y es humanamente comprensible. La misma noche en la que Carlos Negreira ganó por primera y única vez la Alcaldía de A Coruña para el PP, un vazquista hasta la cachas, como dice Paco sobre su coruñesismo, prometió en un pub fidelidad a un cambio necesario para la ciudad. Evaporada la euforia etílica, el negreirista repentino pasó cuatro años colocando trampas a ese cambio que juzgaba imprescindible por no haber escalado hasta el puesto que creía merecer. Y algo similar ocurrió cuando la ola de Marea Atlántica inundó María Pita. Los cargos electos fueron tomados como intrusos por los funcionarios más veteranos. Algunos estarán lustrando el carné del partido y recuperando afectos. También en Santiago, donde dos mandatos después regresa Xosé Sánchez Bugallo, el último alcalde socialista de la ciudad. Martiño Noriega se queja de que en el espectáculo postelectoral no se le reconozca a las mareas y a las confluencias la condición de llave a la hora de permitir la gobernabilidad de Santiago, A Coruña y Ferrol. Y aunque tenga razón, se quedará con la pataleta y sin vacantes para repartir porque está en la misma situación que los socialistas cuando les permitieron gobernar para que no lo hiciese el PP.  

El revolcón laboral en la política gallega es importante y puede serlo más si se toma Vilalba como medida de cara a las próximas elecciones a la Xunta. El PP ha perdido el pueblo natal de Manuel Fraga, donde llegó a obtener el 82% de los votos, Lugo ha vuelto a quedar bajo poder socialista a pesar de la espantada de Manuel Martínez y la Diputación de Ourense le puede bailar a Manuel Baltar por un diputado. "Háblale de mí". ¿A Alberto o a Gonzalo?

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