El equipo español de la disciplina atlética que consiste en caminar lo más rápido posible se atascó en la cuarta marcha cuando se daba por descontado la chapa, pero el camino a París es de podio. Marc Tur entregó el bronce a falta de 150 metros tras el castigo de 50 kilómetros por las calles de Sapporo. Ni se enteró de que lo estaban adelantando. Minutos antes se había abofeteado para llegar a meta. A sus 26 años y 190 centímetros de planta, a este médico le queda carrera. El eterno Chuso García Bragado se despide a los 51 años de una prueba en la que ha participado en ocho ocasiones con el laurel de ser el atleta con más Juegos en las piernas. Con él se termina la distancia. A ocho segundos del bronce se quedó la granadina María Pérez en 20 kilómetros, la misma posición que Álvaro Martín el día antes, dos por delante de Diego García. Hay marcha para rato.
El karateca e ingeniero aeronáutico Damián Quintero, nacido en Buenos Aires y criado en Málaga, convirtió en belleza cada gesto de un deporte que no quiere París. Sólo fue superado en la final de kata por el japonés Ryo Kiyuna en el Nippon Budokan. Una lástima no poder escuchar el chasquido de los movimientos como permitía la ausencia de público. Los comentaristas de TVE se comportaron como cacatúas cuando se agradecería silencio. Durante las pruebas de clasificación en las que Quintero no encontró rival, el K4 500 metros, la Fórmula 1 del piragüismo, puso proa a la final con plusmarca olímpica en el estreno de la distancia (1:21.658). La embarcación que alista a los gallegos Rodrigo Germade y Carlos Arévalo mostró cadencia de medalla.
Serbia dejó a España sin final de waterpolo a 25 segundos de la prórroga sin tiempo a cicatrizar que el kata de Quintero no fuese juzgado con el oro. En la pista de atletismo, Marta Pérez se quedó a un paso del diploma en 1.500 metros pese a batir su marca (4:00.12) y Mo Katir fue octavo en 5.000 metros. Se esperaba presea, pero avisa: "Dadme un año y veréis de lo que soy capaz". Sus piernas son poesía.
