Opinión

La alfombra global

Como es más cazurra que la cecina, la conviviente no puede pasar un San Juan sin pisar Ikea, al igual que un coruñés no concibe la celebración sin quemar la noche en la playa. En San Juan y en San Froilán es festivo en León mientras en Asturias se acude al tajo, como también sucede el 23 de abril, fecha en la que Castilla y León celebra los Comuneros. Estos tres días si quieres tropezar con un leonés, búscalo en el Ikea de Oviedo porque el paso por el puerto de Pajares se repite desde que abrió la multinacional sueca en la que el cliente se desloma para montar los muebles a cambio de que le salgan algo más baratos. La peregrinación está tan arraigada que incluso han consagrado estas fechas a San Ikea.

Con la clausura de los arenales coruñeses para evitar rebrotes de covid-19, la noche meiga se quedó sin el trasiego de madera durante todo el día para alimentar las hogueras que han merecido la consideración de Fiesta de Interés Turístico Internacional. La tarde también se conjuró con las recomendaciones sanitarias al levantarse una niebla húmeda que espantó las ganas de baño. Abortado el plan maderero y sin playa para tostarse una horita, si una leonesa te pide ir a Ikea, no queda más remedio que respetar la costumbre aunque detestes verte plantado en un centro comercial independientemente de lo que vendan. 

En Ikea bien gracias, sobre todo para los que prefieran el cartón a la madera, pero también se puede aprovechar el rato para realizar un estudio sociológico. Cuando en 2010 se inauguró el establecimiento en A Coruña, el propietario de una tienda de muebles lloró mientras examinaba el precio que marcaban las etiquetas sin poder comprender que el personal anteponga el diseño a calidad. Ayer en la sección de alfombras se produjo una escena que resume la globalización. Una mujer vestida con hiyab –velo que cubre la cabeza y el pecho dejando la cara descubierta– examinaba con emoción las alfombras expuestas, mientras los hijos, con aspecto occidentalizado, llenaban el carro con las elegidas. Hace un par de años en Tetuán, los comerciantes se quejaban de que los chinos se habían introducido en el mercado de las chilabas y ahora en A Coruña una magrebí compra alfombras fabricadas en India a una multinacional sueca.

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