Opinión

La etiqueta

La semana que llevan en huelga los secretarios judiciales en todo el Estado registra en Galicia un seguimiento diario entre el 60 y el 70%, por lo que ya se han suspendido sobre un millar de actos entre juicios, conciliaciones, declaraciones... La protesta del cuerpo de Letrados de la Administración de Justicia (LAJ), como se les denomina ahora, para lograr mejoras laborales y la equiparación salarial a las funciones y responsabilidades que asumen desde 2009 sin que el ministerio aplique los compromisos acordados en abril del año pasado, propicia que sus colegas abogados se encuentren con tiempo libre inesperado por los aplazamientos que pueden dedicar a merodear por centros comerciales o a quehaceres rutinarios.

El abogado coruñés que dedica parte de su jornada a tomar el pulso a las formaciones políticas no telefoneó ayer para diseccionar el duelo dialéctico en el Senado entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo con Galicia de pretexto para armar la crítica, como era previsible, sino para chivar que se había encontrado con Mario Soriano, centrocampista del Deportivo, en la puerta de un centro comercial. “Mario, hay que espabilar porque no puede volver a pasar lo del domingo”, le recriminó por el empate contra el San Fernando en La Isla cuando el partido parecía ganado. “Pensé que me iba a mandar al cuerno”, pero el jugador de 20 años y nacido en Alcalá de Henares mostró una educación exquisita: “Señor, no se preocupe que lo vamos a dar todo”. Al letrado, fastidiado por el tratamiento de señor acorde al carro de años que no se puede camuflar, lo acompañaba en el recado su hija veinteañera, pero no reconoció al futbolista. “No puedo salir contigo porque hablas con todo el mundo, hasta te has parado con este repartidor de manduca”.

La vestimenta ya no delata el oficio o una buena posición económica, a no ser que se escudriñe en la etiqueta de la prenda. Hace dos décadas, cuando Antonio Fraga Mandián era juez decano de A Coruña se generó un gran revuelo por exigir a los letrados que luciesen corbata en la sala. Nuevas generaciones han irrumpido en la carrera judicial y no resulta raro ver a un magistrado con coleta mostrando el DNI al poli de la puerta cuando todo quinqui sabe que trajeado hay pase VIP. 

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