Opinión

En manos de actores y no es ficción

En una de sus visitas a Estados Unidos al genial y provocador José Luis Borges le preguntaron qué opinión le merecía la dictadura argentina de Jorge Rafael Videla. "Pues me parece muy bien. En Argentina somos tan burros que si nos dejan votar elegiríamos a un actor de presidente", respondió con circunspección ante el pasmo de los periodistas.

El país del Tío Sam lo presidía por aquel entonces el actor Ronald Reagan con desigual fortuna y Borges no desaprovechó la ocasión para propinar un rejonazo.

El documental ficcionado 'Operación Palace' sobre el 23-F que dirigió Jordi Évole ha dejado a muchos una sensación de timo por haber malgastado la oportunidad de que la Casa del Rey le cerrase la puerta en las narices al audaz periodista, de que alguien explicase por qué más de 30 años después no podemos saber quién alentó el golpe militar o por qué los documentos siguen en tinieblas. El Oscar que ganó Garci también continúa siendo un gran misterio.

El periodismo fue sustituido por el espectáculo, el rey sigue deslomándose de risa y a falta de pan nos colaron 50 minutitos de circo. A pesar de que este tipo de experimentos a la manera de 'El lado oscuro de la luna', en el que gente como Henry Kissinger o la mujer de Kubrick sostenían que el director había grabado la falsa llegada del hombre a la luna, pueden acabar siendo un tiro en el pie, sí ha servido para demostrar que estamos gobernados por auténticos actores y que muchos periodistas de renombre como Fernando Onega, Ansón o Gabilondo podrían cambiar la pluma por las tablas sin desentonar.

Resultaría un consuelo pensar que todo lo que está sucediendo en esta tierra de aristas y de artistas está dirigido por el mordaz Antón Reixa, por poner un ejemplo, y que nuestros políticos son gente honrada que se limitan a seguir el guión de manera concienzuda. Hay que reconocer que nos hemos currado un gran argumento de tramas corruptas y operaciones judiciales que tiene al personal sobrecogido, pero ya va siendo hora de que llegue el final de la película y un Évole nos avise de que se trata de una simple "alegría televisiva". Los protagonistas de esta historia pueden cambiar, pero vendrán otros actores para interpretar un guión parecido. Y esto no es ficción.

Te puede interesar