Opinión

Menos caña

La policía francesa interceptó en agosto de 2016 a un conductor vasco de 56 años que dio 4,75 gramos de alcohol por litro de sangre en el análisis al que fue sometido en un hospital. Había recorrido 240 kilómetros cuando fue sorprendido estacionado en el carril de emergencia de la autopista A-89 que va de Burdeos a Perigueux sin poder precisar ni la procedencia ni el destino, según publicó La Vanguardia. Tampoco tenía fuerzas para soplar en la prueba de aliento. Los agentes creían que era imposible un positivo que superase los 3 gramos por litro, ya que se camina por el filo del coma etílico.

La noticia apuntaba que el positivo más alto registrado en España habían sucedido meses antes en Vitoria con 2,88 gramos por litro.  “Seguro que pronto lo superamos en Galicia”, se apuntó en el abrevadero tras refrescar las ocasiones en las que una cogorza de campeonato mundial no frenó el uso del coche. El comité de borrachos concluyó que con el límite actual todos, excepto el cliente abstemio de los veinte cafés, comeríamos unos meses de trullo. Y se brindó por la potra de no haber provocado un accidente con consecuencias irreparables.  

Los años han cambiado la percepción del “yo controlo, idiota”. De aquella clientela, unos cuantos se han convertido en abstemios impenitentes, pero cuando salta la noticia de un cagallón descomunal al volante, el mensaje circula entre la pandilla. A principios de semana, la Guardia Civil de Tráfico interceptó a un conductor de ambulancia en la A-6 a la altura de Baralla que cuadriplicaba la tasa de alcoholemia permitida para profesionales (0,15 miligramos por litro de aire aspirado). Una salvajada para la seguridad viaria, pero en al abrevadero se había comentado la anécdota de otro conductor de ambulancia que, bien mamado, tuvo un accidente con un paciente que acababa recoger en otro siniestro de tráfico.

Ayer, varios camioneros maniobraron para detener un coche que zigzagueba por la autovía A-52. El conductor, reincidente, regresaba con otros tres colegas de celebrar el jueves de comadres en Verín y caudriplicó la tasa de alcohol y dio positivo en drogas. La Benemérita ha aumentado los controles por el Entroido ourensano. Menos caña para que el disfraz no acabe siendo de presidiario o de cadáver.   

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