Opinión

De moda la estupidez

Pues va a haber que dejar de criticar el  bajo nivel de la mayoría de los políticos. Quizá representan fidedignamente a la peña que los ha elegido. La inauguración en Madrid de una gigantesca tienda de la cadena textil irlandesa Primark, famosa por los bajos precios, desató la locura. "A la gente se le va la pinza", comentó la cativa al ver la noticia de unas colas que llegaron a entorpecer por momentos la circulación en la Gran Vía y obligó a las fuerzas de seguridad a intervenir para regular el disparatado tráfico peatonal. Nada se regalaba, pero somos así de simples. 


Podría pensarse que como el personal no tiene un can se ve obligado a vestirse con trapos de bajo coste, ya que el informe de la Red Europea de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español advierte de que 13,6 millones de ciudadanos las pasan canutas y tres de cada diez niños están en riesgo de pobreza infantil. Y aunque no hay que dudar de estos datos escalofriantes, en la cola de ayer para entrar en una tienda de cinco plantas y 12.400 metros cuadrados la necesidad que predominó fue la consumista. Seguramente muchos de esos pacientes clientes también habrán hecho imaginaria para adquirir el último teléfono de la empresa de la manzana.

En el abrevadero un cliente se preguntó en voz alta cuántos de los que aguardaron a que les tocase el turno de entrada estarán en el paro. Puede que muchos, pero el ser humano acostumbra a desenfocar las prioridades, como los políticos que están al mando del tenderete.


Por un día, el imperio textil gallego Inditex no fue el protagonista informativo cuando el asunto de la democratización de la moda se cuela en la sección de Economía. Pero tiene guasa que Amancio Ortega continúe ganando pasta incluso cuando la competencia le intenta poner la proa a su apabullante negocio, ya que es el casero de la empresa irlandesa. 


Si los museos, los teatros, los cines, las bibliotecas o las librerías suscitasen tanto interés, la sociedad y la clase política serían mucho mejores. Mientras, corramos para pescar una ganga que no necesitamos y de la que rápidamente nos cansaremos, pero sí anhelamos con desesperado afán porque en este trozo del mundo lo que ahora está de moda es la frivolidad y la estupidez. Y no hace falta ir a Madrid.     

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