Opinión

NI DERECHAS NI IZQUIERDAS, DECENCIA

T ras unas horas de revuelo por el rumor de la abdicación del rey, finalmente en el abrevadero imperó el sentido común y la conversación pasó de la nueva visita al taller del monarca para centrarse en el Papa Francisco y la confesión de que nunca ha sido de derechas, su postura progesista sobre los homosexuales o el papel de la mujer en la Iglesia. El Papa Paco, como ya se le puede llamar por su cercanía, es tribunero como los futbolistas astutos o como los reyes que no quieren palmar el trono, aunque esta condición no desmerece sus gestos de tipo genial. Lo mismo paga la cuenta por dormir en Santa Marta a pesar de tener las llaves de la caja fuerte del negocio, que acepta un regalo de un cuatro latas para moverse por Roma. Ahora vayamos al detalle. 'Jamás he sido de derechas', proclamó en una entrevista concedida a 'La Civiltà Cattolica', histórica publicación de la Compañía de Jesús. La confesión tiene tela, pero doña Generosa, maestra jubilada tras currelar más de 35 años con cativos de todo pelaje y persona devota, desmonta el titular con un comentario aplastante: 'Es lógico, un Papa o un sacerdote no tiene que ser ni de derechas ni de izquierdas, se debe a todo el mundo'. De todos los colores los quiere Dios o así sería lo justo.


Los jueces ahora también manchan muchas páginas de periódico y se llevan titulares gordos. A unos los califican de progresistas y a otros de conservadores sin el más mínimo rubor. Tiene bemoles el asunto cuando te tienes que sentar delante de un tribunal. Por sentido común si eres de izquierdas y te toca un juez conservador, se puede presuponer que vas apañado. Los jueces no deberían ser de derechas ni de izquierdas, tendrían que conducirse por la línea recta de la ley. Pero como ante todo son personas, mejor es no tener que sentarse en el banquillo de los acusados para no llevar sorpresa desagradable.


El Supremo ha archivado definitivamente las acusaciones contra José Blanco, exministro y exmandamás del PSOE. Da igual lo que se diga ahora, Pepe Blanco sigue y seguirá en la gasolinera de Guitiriz. Últimamente, Galicia sólo moja en los telediarios nacionales por los incendios o por escándalos judiciales sin que casi ningún político acabe en el trullo. Al final todo se queda en ingentes sumarios, operaciones con nombres pomposos y sensación de humo. La decencia no es ni de derechas ni de izquierdas.

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