Opinión

Ni Galicia plató de cine ni plato

A mediados de la década de los 90, el productor Pancho Casal envió desde Irlanda un fax a Manuel Fraga esbozando las posibilidades de esta tierra de aristas y de artistas para convertirse en plató de cine. A su regreso a los pocos días se encontró con una invitación del 'León de Vilalba' para que le explicasen en persona la idea. La sorpresa del fundador de Continental fue mayúscula cuando en San Caetano no sólo se encontró con un interesado presidente de la Xunta, sino que había convocado a varios conselleiros para que asistiesen a la reunión. Después de la sucinta exposición, Fraga miró a sus colaboradores y les soltó: "¿Han escuchado bien? Esto sí nos interesa". Y punto.

Lo que era una incipiente actividad cinematográfica con ilusionados profesionales se convirtió en una industria emergente que consiguió varios premios Goya. Incluso la fallecida Rosalía Mera, una empresaria que contaba los céntimos, abrazó el negocio con la esperanza de que Galicia podía convertirse en plató de cine porque aquí se trabajaba bien, bonito y barato. El bipartito, a pesar de la doble ventanilla, mantuvo en pie un sector que pecó de vivir de las subvenciones en vez de crear una industria independiente con proyección en el mercado internacional. 

Con la llegada de Feijóo a San Caetano, el audiovisual entró en barrena y eso que infunde más respeto entre los conselleiros que el propio Fraga. Galicia ya no es plató de cine ni plato de comida para buenos profesionales que han cambiado de dedicación o se han pirado con los trastos. Para un videoclip de Enrique Iglesias sí hay más de 300.000 euros. Fraga le regaló a su padre un porrón de millones por el Xacobeo, Feijóo justifica la inversión en el hijo con el número de descargas en la red. Ficharán a Belén Esteban.

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