Opinión

París, Galicia

Oye mi ruego Tú, Dios que no existes, y en tu nada recoge estas mis quejas, Tú que a los pobres hombres nunca dejas sin consuelo de engaño", escribió Miguel de Unamuno en el desconsolador poema 'La oración del ateo'. Y todo dios cree a ciegas que el suyo es el verdadero. En nombre de dios se han cometido y se siguen perpetrando las mayores atrocidades. Mucho antes de Cristo, el comediógrafo latino Plauto dijo que "el hombre es un lobo para el hombre" y aunque Séneca intentó más tarde corregirlo afirmando que "el hombre es algo sagrado para el hombre, el filósofo inglés Thomas Hobbes prefirió en el siglo XVII adaptar la cita de Plauto en su obra 'Leviatán' para justificar la necesidad de una monarquía absoluta que guíe un rebaño con querencia al extravío cuando el pastor se despista. 

La Revolución francesa nos enseñó un siglo después que la libertad, la igualdad y la fraternidad tendrían que guiar nuestros pasos. Costó mucha sangre asentar unos principios que deberían ser sagrados para el ser humano. Ayer en el corazón de París, tres descerebrados irrumpieron en el semanario satírico 'Charlie Hebdo' para asesinar a doce personas en nombre de dios. La publicación en 2006 de las primeras caricaturas del profeta Mahoma en solidaridad con el periódico danés 'Jyllands-Posten' situaron a la publicación en el punto de mira de los extremistas islámicos. 'Charlie Hebdo' no cedió ante las constantes amenazas y continuó tratando con su humor ácido un tema tan delicado como la religión o el auge del Estado Islámico que dirige sin piedad Abu Bakr al Bagda. El director de la publicación, varios dibujantes y dos policías fueron abatidos a sangre fría. 

Hoy esta columna iba a versar sobre un Príncipe, Carlos, un Caballero, Abel, y un partido que expulsa sin miramientos a destacados dirigentes como el ex alcalde de Vigo por denunciar casos de corrupción mientras consiente otro tipo de deslices. Pero la masacre de París empaña todo lo sucedido porque no se puede callar cuando pretenden cercenar la libertad de expresión con violencia. Sucedió en París, duele en Galicia. Gracias a la valentía de muchos periodistas como los de 'Charlie Hebdo' usted puede leer a este chófer de anécdotas. El dios que ellos venden sí que no existe. De veras.

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