Opinión

El periodismo y la amistad

Un veterano periodista de Deportes sugería a  los recién llegados a la sección que no se hiciesen amigos de los futbolistas. Sus argumentos eran incontestables: "Son jóvenes, tienen el ego por las nubes y en el momento que los suspendas en una crónica se van a enfadar aunque tengas razón. Y si no lo hacen, querrá decir que les habrás salvado el culo por amistad, pero no habrás hecho bien tu trabajo y el lector no es tonto porque seguramente habrá visto el partido". 

Hay casos de excelentes periodistas y grandes compañeros que han sucumbido a la tentación de hacer un carrerón por amistad con una estrella de la pelota que moja siempre en la primera del periódico. Sostienen que a las fuentes hay que mimarlas, pero lo cierto es que, como saben aunque no quieran reconocerlo, ejercen más de jefes de prensa de las figuras que el oficio. Las buenas fuentes te dan noticias sin reclamar una crónica amable y mucho menos una portada. Se trata de situaciones contadas. 

El mismo consejo que brindaba el veterano periodista de Deportes sirve para cualquier otro campo informativo y especialmente para la política y los políticos, más necesitados de carantoñas mediáticas al estar sometidos cada cuatro años a la incierta decisión de los ciudadanos en las urnas. Los representantes públicos acostumbran a culpar al informador de la interpretación de sus palabras o actuaciones, pero ni las críticas a la Xunta de Feijóo, a las fuerzas de la oposición en el Parlamento gallego, a la gestión de los concellos o a la situación de la política estatal se realizan por animadversión, sino por el compromiso con el lector. "No dejan leer lo que escribo porque escribo lo que veo", se cantaba en la dictadura. Otro tema es la educación de algunas voces críticas.  

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