Opinión

Me pido comparecer, un poquito

Ese chico de Lugo con tan buena planta y un "flequillo estupendo", en palabras de uno de sus mentores, acaba de malograr la ocasión de salir a hombros como un delantero colillero. José Ramón Gómez Besteiro compareció ayer a petición propia en el pleno de la Diputación lucense tras el registro efectuado por la jueza Pilar de Lara en la institución provincial el pasado viernes. Tras buen regate que permitiría al PSdeG seguir presionando al presidente Feijóo para dedicar en el Parlamento una sesión al escándalo de los cursos de formación fraudulentos destapado por la 'operación Zeta', la estrella de los socialistas estropeó la jugada. Compareció durante los diez minutos que le llevó leer doce folios sobre la actuación judicial, pero sin conceder turno de réplica a la oposición. Su negativa le regaló la oportunidad de montar el contraataque al PP, al que la comparecencia le recordó "a la época del franquismo y no a la de un presidente que presume de transparencia". Como lo lee, oiga. Para que después vengan criticando el plasma de Mariano Rajoy.

Mientras los populares lucenses rebuscan en el reglamento de la Diputación para obligar al líder socialista a ser interpelado por las demás fuerzas políticas, los socialistas gallegos se amparan en las normas del Parlamento para que Feijóo acuda a un debate monográfico sobre la corrupción, la relación con el supuesto conseguidor Pachi Lucas y la presunta financiación ilegal del partido. Y cuando hoy se lo vuelvan a recordar en la sesión de control al presidente de la Xunta, Núñez Feijóo dirá que en la Diputación de Lugo ni siquiera se permite hacer preguntas y se sentirá legitimado para continuar con el modelo de me pido comparecer, pero sólo un poquito.

La pizpireta Beatriz Mato, conselleira de Traballo e Benestar, en cambio ya ha anunciado que por fin acudirá a la Cámara el 2 de diciembre para explicar los mecanismos de control que su departamento aplica sobre los cursos de formación. Se presupone que detallará cómo es posible que 20 millones de euros destinados a paliar la situación de miles de desempleados acaben en bolsillos de gente carente de escrúpulos sin que el potente aparato burocrático se cosque con la primera piratada. Control propiamente no hubo, comparecencia tampoco.

Te puede interesar