Pedro Sánchez empieza a bracear de manera lastimera. Por mucha razón que tenga y empeño que le ponga para justificar el no del PSOE a la investidura de Mariano Rajoy, con 85 diputados sólo puedes aspirar a liderar la oposición con rigor y esperar a ganar las siguientes elecciones para gobernar. "Pedro Sánchez no entendió algo fundamental en política, cuando pierdes, pierdes; nunca ganas", afirmó un alto cargo de los socialistas gallegos días antes de las elecciones del pasado mes de diciembre en las que palmó cinco diputados. Cuando dices no a la repetición de elecciones, no a permitir la investidura de Rajoy y no a un Gobierno alternativo con Podemos acabas metido en una ratonera de la que es difícil escaparse. PP y Ciudadanos doblan al PSOE en número de escaños y es imposible, o casi, gobernar con 85 diputados y mayoría popular en el Senado como sabe hasta el último ordenanza en llegar al Hemiciclo.
Iglesias felicita a Sánchez por no doblegarse ante las canas de su partido que reclaman una abstención controlada, mientras se apoya con astucia en Rajoy para dejar al socialista en tierra de nadie y sin discurso. El líder de Podemos intenta ganar metros en la carrera para liderar la oposición porque el Congreso va a ser imprescindible durante la próxima legislatura para aprobar o tumbar cualquier ley que se presente en la Cámara. Permites gobernar, que en la actual situación es una faena, y después le demuestras a la ciudadanía que los diputados sí sirven para algo.
A estas alturas, parecería más probable que Iglesias le acabe prestando alguna abstención a Rajoy que Sánchez pueda convencer a alguien de que él no es el estorbo, pero cada uno intenta llegar a la orilla a su manera.
