Opinión

Política de cofradía

Cuando nace un cativo en A Coruña se le hace socio del Deportivo, en Castilla y León se inscribe al rapaz en una cofradía aunque los padres sólo se acerquen a la iglesia en Semana Santa y para ser vistos en la procesión. El letrado coruñés que prueba a diario el punto de sal de lo que se cocina en la marmita de cada partido político no quedó convencido con la explicación irónica sobre el protocolo antiaborto de Castilla y León.

No comprende las razones que han llevado a Vox a recurrir a un tema superado como pretender que las embarazadas escuchen el latido del feto antes de tomar la decisión de abortar: “Están poniendo en aprietos a Feijóo y hasta a Rueda con un asunto que les puede restar más votos de los que podrían ganar. Hasta Federico Jiménez Losantos ha llamado a Gallardo ‘majaderín que en su puñetera vida no ha hecho nada’ durante la entrevista que le hizo a Rocío Monasterio, y a la que, por cierto, recriminó que Vox defienda una patochada copiada de Hungría como la del latido del feto que se puede poner de politono en el móvil sin que influya en la mujer que ha tomado la decisión de abortar”, resumió.

La arritmia de Vox es tan difícil de explicar como de entender, aunque se le pregunte al chófer de anécdotas porque aparca varios días de la semana en León por el trabajo de la conviviente. La propuesta de Vox resulta tan estrambótica como ver una fila de agnósticos procesionando con capirote. La cofradía es un centro de decisión y hay codazos para llegar a abad. La Semana Santa se prepara durante todo el año como Laza, Xinzo o Verín se curran el Entroido.

Si García Gallardo ocupa la vicepresidencia de la Junta, al menos hasta que Fernández Mañueco tome la improbable decisión de cargárselo o de adelantar elecciones, es porque Vox cuenta con 13 procuradores en las Cortes de Castilla y León. Como sus votos no han salido de la mina, su campo está en las relaciones de cofradía y en el mundillo del toro y la caza. “En Andalucía también hay cofradías”, replicó el letrado. Pero más alegres o sin tanto recato, al menos eso parece de oídas. Alfonso Rueda no tendría que cargar con este paso, pero el presidente gallego se precipitó con la justificación mientras Mañueco y Feijóo callaban.

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