Opinión

El protocolo en la ITV

Cada vez que alguien se agarra a la falta de protocolo o al retraso en la elaboración de normas para frenar la pandemia de covid-19 está escaqueándose de su responsabilidad para frenar los contagios, aunque sea de manera inconsciente. El exceso de medidas para que el personal perciba que se hace mucho más de lo que parece provoca un desconcierto similar a su ausencia. El papel sustenta contradicciones difíciles de asumir cuando la teoría se pone en práctica y los encargados de vigilar el cumplimiento de las normas se ven continuamente en un brete.

La Guardia Civil tuvo que acudir la semana pasada a las instalaciones de la inspección técnica de vehículos (ITV) en Baio, localidad del municipio coruñés de Zas, porque un anciano se negaba a mover el coche si no se resolvían las discrepancias con la fecha para someter al vehículo a la siguiente revisión. El hombre tenía que haber acudido a finales del mes de marzo, pero como el estado de alarma se lo impidió, realizó el trámite cuando la inspección técnica le dio cita. Superada la revisión, el anciano comprobó que en la documentación sólo le concedían permiso para circular hasta finales de marzo. Sintió que le estaban sisando cuatro meses por la cara y el genio se disparó como sucede cuando no te quedan muchos años que perder. La protesta subió de revoluciones y los trabajadores de la ITV decidieron llamar a la Benemérita para que mediase ante un anciano fuera de carril. Los agentes acabaron convenciéndolo para que moviese el coche y se fuese a su casa, pero hasta ellos dudaron de que la norma que rige la inspección marque la siguiente revisión según la fecha de matriculación del vehículo sin contemplar el estado de alarma. 

La Junta de Castilla y León decidió hace cinco días que el uso de la mascarilla en las piscinas públicas es obligatorio en todo momento con la excepción del chapuzón. Condenar a la gente a tostarse en la toalla con un trapo en la cara a pesar de respetar los dos metros de distancia resulta disparatado excepto para el que se le ocurrió la medida. Las piscinas municipales han sufrido una fuga constante de bañistas por lo que los trabajadores eventuales que contaban con jornal en septiembre tendrán que respetar la distancia en la cola del paro. La sensatez no necesita protocolo ni caduca.

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