Opinión

Querían ser el Dioni y lo consiguieron

Padre siempre decía que el loco del pueblo era el más listo de todos. Se paseaba gritando "le llaman bienes porque van y vienen" y cosas por el estilo. Los cativos repetíamos sus ocurrencias y lo seguíamos en procesión como si se tratase de un profeta que nos señalaba el camino. Él era feliz y nosotros entreteníamos la tarde escuchando sus prédicas. El día que instalaron el primer cajero automático se pasó horas contemplándolo. Los cativos ya se habían convertido en mozos e intentaron explicarle cómo se podía sacar dinero introduciendo una tarjeta por la ranura. "Esto no puede traer nada bueno. El dinero se consigue con demasiada facilidad", sentenció. Y desde su locura, quizá porque "la única diferencia entre un loco y yo es que yo no lo soy", como dijo Dalí, aventuró los desmanes que acabarían sucediendo. 

Los 15 millones de euros que se fundieron los consejeros de Caja Madrid con tarjetas fantasma es una canallada más, propia de una sociedad enferma de codicia y carente de valores. Políticos, sindicalistas, empresarios, gente que dice trabajar por el interés público, empleados con mano larga para sisar en lo ajeno... No se salva ni el fútbol. Ahora ya se da por hecho, porque la justicia ha decidido investigar, que el Zaragoza amañó el partido contra el Levante que mandó al Deportivo a Segunda en 2011. Pero lo cierto es que la compra de partidos existe desde que la pelota se convirtió en negocio. Tanto en la élite como en las categorías inferiores. 

La mano ligera incluso nos hizo gracia hasta que la bofetada de la crisis y el cajero vacío nos devolvió a la tierra. Llegamos a envidiar el ojo malo del Dioni y ahora gritamos para pedir cuentas por un modelo que consentimos y aplaudimos durante mucho tiempo. Sucede que ahora todos son como el Dioni.El fiscal superior de Galicia, Carlos Varela, alerta de que los "megaprocesos abiertos por casos de corrupción son ingobernables" y reclama medios para que las causas no se queden estancadas en los juzgados "sin un resultado satisfactorio". Pasará el tiempo, menguará la indignación, en el cajero volverá a haber algún billete y volveremos a las mismas. El ser humano siempre ha sido esclavo de los bienes, avaricioso con los que vienen, envidioso con los que van. Aunque eso nunca ha traído nada bueno.

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