Opinión

La RAE, de erratas en "Sangenjo"

García Márquez las pasaba canutas para acertar con la ortografía. Por eso propuso “enterrar las haches rupestres, firmar un tratado sin límites entre la ge y la jota, y poner más uso de razón en los acentos escritos”. Lo hizo desde la peana del Nobel de Literatura durante el primer Congreso Internacional de la Lengua celebrado en Zacatecas (México) en 1997 con gran escandalera entre los académicos. 

La Real Academia Española, institución que “limpia, fija y da esplendor” al castellano desde hace más de tres siglos, se quedaría sin curro por una sugerencia que respaldarían muchos alumnos. Márquez podía contar en sus memorias que perdió sus primeros escritos en una noche de juerga por Bogotá y le fueron devueltos en la Redacción de “El Universal” con las faltas corregidas en una hermosa tinta verde sin que menguase el valor literario de su obra, pero un resbalón ortográfico en un examen se penaliza, o penalizaba, con pérdida de puntos.

Los doctores, mujeres hay menos, que más chanan –vocablo gitano que tendría que estar recogido en el diccionario en vez aberraciones como almóndiga– han vuelto a quedar a la altura de una errata en las regatas de “Sangenjo”. La lectura duele como una arenilla tamborileando el lagrimal. La cobertura mediática de la visita del emérito propició que un ciudadano se interesase por el uso correcto del topónimo al ver que en los rótulos de TVE escribían “Sanxenxo”, el oficial. La RAE resolvió la duda en su cuenta de Twitter: “En textos oficiales generados por la Administración es preceptivo utilizar el nombre vernáculo ‘Sanxenxo’. Fuera de estos usos, lo indicado es emplear la forma tradicional ‘Sangenjo’ al hablar o escribir en español”.

Tiene almóndigas el asunto. En 2018 la RAE realizó la misma recomendación. Fue corregida por Henrique Monteagudo, entonces secretario de la Real Academia Galega, con la pertinente y demoledora aclaración: “Sangenjo no existe, es una deformación, ya que, en todo caso, en castellano sería San Ginés”. Se presupone que la persona que se ocupa de manejar las redes sociales de la RAE consulta con académicos como el gallego Darío Villanueva, que fue director desde 2014 a 2018. Persistir en el error es de burros o de dudosa intención.   

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