La Región fue el periódico que desveló en 2009 el secreto de la composición del primer Gobierno de Feijóo en la Xunta para pasmo y envidia –hay que reconocerlo– de los periodistas que en ese momento trabajábamos en la competencia. Ayer volvió a dar la primicia de que Alfonso Rueda “sucederá a Feijóo al frente de la Xunta de Galicia y del PPdeG”, ya que “encabezará una única lista de consenso para presidir el partido”.
Nada más colgar la noticia en la web, el hasta ahora vicepresidente primero empezó a pintar más alto y con mejores hechuras para asumir el reto. Manuel Baltar, presidente de la Diputación y de los populares ourensanos, fue el primero de los líderes provinciales en despejar la duda sobre si la carrera sería a rueda del ciclista de los populares gallegos o en escapada al apoyar una vía de “unidad” comandada por “el más preparado en un congreso extraordinario para cerrar la sucesión cuanto antes”.
A los cargos y militantes que reconocían la solidez del vicepresidente primero en la trastienda, pero dudaban de su tirón en el escaparate electoral, no les quedó más remedio que tirar de historia para convencerse de la decisión. Cuando el socialista Emilio Pérez Touriño y el nacionalista Anxo Quintana tumbaron a Manuel Fraga en las elecciones autonómicas de 2005 tampoco se caracterizaban precisamente por su simpatía, especialmente el primero.
De Núñez Feijóo se dijo que el traje de presidente le venía varias tallas grande durante los cuatro años en la oposición y quizá porque el bipartito minusvaloró sus opciones no sólo le birló la Xunta, sino que tripitió la mayoría absoluta. Rueda parte con la ventaja de la presidencia, de él depende que le salga como a Touriño o como a Feijóo.
