Opinión

Una sociedad sentada

U n tipo con más panza que años siega la hierba de una mediana. Hay cuesta por los dos lados, pero él insiste en desafiar a Newton para seguir sentado en un tractorcillo mientras realiza su trabajo. Un 'fouciño' hubiese sido la herramienta más apropiada, pero no nos gusta doblar la cerviz. Las administraciones que tanto  cacarean su compromiso con el medio ambiente y la salud deberían vigilar estas cosas. Está quemando gasolina sin quemar grasa. Y en peligro de que suceda un accidente. 


La abuela que compara precios para comprarse un triciclo eléctrico para trasladarse con comodidad por la ciudad, en la calle corre para tirarse a los coches en el semáforo. Es incomprensible que pueda salir con vida. El susto se lo lleva el conductor, al que hay que reconocerle el mérito para no acertar con un blanco casi imposible de evitar. El día que no lo haga se caerá como una bicicleta cuando se para, como decía Manuel Fraga. La final de los 100 metros del Mundial de Pekín se queda en poca cosa si se compara con el 'sprint' de una anciana cuando desde una caja del supermercado se escucha: "vayan pasando por orden por esta caja...". Sólo merece la pena subirte a algo cuando te posibilita que llegues mucho antes. La peña se da cuenta de los beneficios de hacer deporte cuando las bisagras estaban a punto de claudicar por el óxido. 


Los rapaces a los que dentro de unos años les dará por correr trabajan sólo los pulgares. Juan do Canosa continuaba trabajando al jornal a sus 92 años. "Mientras pueda como hoy...", decía. No lo contrataban por el trabajo que espabilaba, sino por el ejemplo que daba a los currelas más jóvenes. Llegaba siempre el primero, a las siete y media de la mañana, con seis kilómetros en las piernas. Al acabar el día deshacía el camino hasta su casa con un vaivén etílico porque era más de regadío que de secano. Nunca se le ocurriría apuntarse a un gimnasio. Era una raíz que apuraba Celtas como si no le esperase un mañana. 


El tipo del tractor también se fuma un cigarro mientras siega la hierba. El mañana se está escribiendo con los pulgares, las calles están plagadas de 'runners', pero hubo gente como Juan do Canosa que no hizo deporte en su vida. Y nunca se sentó. 

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