Opinión

"Solo, triste, feo y pobre"

El teléfono móvil ha sustituido al transistor pero mucha peña continúa escuchando la radio mientras pasea por la calle. Los más jóvenes se enchufan a la música en la intimidad que proporcionan los cascos, los que vamos talludos acercamos la oreja al aparato que se suele llevar en la mano para poder seguir el hilo de lo que están contando. Como aquellas jornadas de Liga en las que se perseguía con disimulo el paseo de unas canas pegadas a un transistor para enterarte cómo iba el Dépor cuando jugaba lejos de Riazor.

Del teléfono del anciano que camina unos metros por delante no sale el soniquete de un gol en Las Gaunas o en Balaídos, sino la voz de Juan Manuel Vieites, presidente de Confederación de Empresarios de Galicia (CEG), justificando el salario de Antonio Garamendi como presidente de la patronal española “que no llega a los 400.000 euros”. A continuación entra Yolanda Díaz, vicepresidenta segunda y ministra de Trabajo, para reprochar la subida del 9% mientras la patronal se negó a acordar el incremento del 8% en el salario mínimo interprofesional y mantiene el bloqueo en la mesa para el acuerdo de la negociación colectiva en la que se discute el incremento de los convenios en trámite de renovación. Yolanda Díaz no hace sangre como otras voces. Confía en que el renovado salario del presidente de la patronal –pasa de autónomo a tener un contrato de alta dirección percibiendo 380.000 euros frente a los 300.000 fijos más 50.000 en variables al año que cobró en sus cuatro primeros años en la CEOE– “le haga tener una perspectiva suficiente para saber que los trabajadores españoles necesitan una subida salarial, sobre todo teniendo en cuenta los beneficios de algunas empresas”. Al anciano no le sorprende que un desconocido haya apresurado el paso para no perderse un tema con posibilidades de acabar en el folio de cada día. “Chaval, esto no se gana ni mandando mucho en Europa, pero somos España”, comenta al llegar a su altura. “O entras en el juego o ya ves lo que pasa con la poesía”, añade señalando una pintada en la pared de un comedor social. “¿Te sientes solo y triste? Recuerda que también eres feo y pobre”, canta el muro. Forrado te ven riquiño. 

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