El secretario general de los socialistas gallegos se acercó a un expositor en la Mostra do Encaixe de Camariñas que se celebró en Semana Santa. Minutos antes había pasado repartiendo saludos Javier Losada con el séquito que acompaña el cargo de delegado del Gobierno en Galicia durante una visita institucional. La persona que atendía detrás del mostrardor lamentó encontrarse otra vez con una mano tendida porque el boato espanta a la clientela. En un principio creyó que se trataba de un rezagado, pero al interesarse por la situación de un negocio tan delicado como el del encaixe, decidió preguntar el nombre al curioso. "¿No sabes quién soy? Soy el próximo presidente de la Xunta", contestó animado. "Pues me parece muy bien, pero tendría que decirme su nombre para poderle votar".
Ese día la respuesta al optimismo, o altanería según se quiera interpretar, de Gonzalo Caballero sonó a chasco, tras el recuento electoral del 28 de abril la rotundidad con la que aventuró su futuro ha dejado de ser una exageración cómica, aunque sea de rebote. Por primera vez en la historia el PSOE superó al PP en número de votos en Galicia.
Los socialistas gallegos se agarran a la inercia de Pedro Sánchez para superar unas primarias en las que se dejaron muchas plumas en la elección de candidatos a las alcaldías. Hace unas semanas parecía un despropósito las opciones que ahora pocos discuten de recuperarle a los llamados alcaldes del cambio plazas como A Coruña o Santiago de Compostela, conservar las instituciones que ya gobiernan o pelear por Ourense. Aquí acude precisamente Gonzalo Caballero para realizar la tradicional pegada, "a la única ciudad gobernada por el PP". La noche del 26 habrá pistas para calibrar el optimismo de Caballero.
