En los congresos del PPdeG había un momento de gran emotividad. Sucedía cuando se enumeraba a los miembros del comité ejecutivo y se les pedía que subiesen al estrado para hacer una gran fotografía de familia. En el celebrado el pasado fin de semana en Ourense la foto quedó desenfocada o todos los focos fueron para Alberto Núñez Feijóo.
El sábado, Jesús Vázquez, director de escena como alcalde de la ciudad que acogía el evento, llamó a los señalados por el presidente del partido a la tribuna con la intención inmortalizar el instante, pero la votación para aprobar la propuesta del líder no se celebraba hasta el día siguiente. "Que aínda non se votou". La advertencia de Manuel Baltar a gritos cuando alguno de los elegidos ya se situaba para posar provocó la carcajada de los militantes con más experiencia en esta clase de encuentros.
En esta ocasión ni siquiera se dio opción a que la militancia debatiese las ponencias y pudiese presentar las enmiendas que estimase oportunas como ocurrió en el anterior congreso celebrado en Lugo. Con la lectura de unos documentos que parecían elaborados con recortes de las cansinas notas de prensa de cada día, el trámite se dio por solucionado con un asentimiento general. El resultado hubiese sido el mismo si leen el prospecto de la aspirina.
La campaña del PPdeG para repetir en la Xunta de Galicia pivotará sobre dos ejes principales: Feijóo y Galicia, como se pudo leer en la cartelería que adornó el recinto de Expourense. Galicia fue la palabra más repetida por el presidente de los populares gallegos durante sus intervenciones, seguida de cerca por 'show' para desacreditar a los partidos que fracasaron en la intentona de desalojar a Mariano Rajoy del Gobierno central.
Ni siquiera el liderazgo de Manuel Fraga contó con tanta anuencia como la que disfruta ahora su sucesor. Nadie se atreve a discutirle en voz alta la elección de Miguel Tellado como secretario xeral, aunque muchos dudan de su capacidad.
El PPdeG fía su suerte a Feijóo, aunque hay que reconocer que es su gran activo, máxime cuando las fuerzas de izquierdas que aspiran a moverle la silla no son capaces de salir de una confusión preocupante.
