Opinión

Todos vendedores

A primera hora llamó un tipo con voz joven desde Madrid para hacer una encuesta sobre electrodomésticos. A los cinco minutos de interrogatorio ya estaba intentando colocar un frigorífico a plazos porque, según contó después de una evaluación concienzuda, el actual ha llegado ya a la etapa de las pérdidas. Educado y pertinaz, costó convencerlo de que estaba malgastando tiempo y llamada.

A los cinco minutos telefoneó la colega del banco para avisar de que su entidad tiene en oferta un seguro de salud con el que es casi imposible enfermar y también cubre las averías dentales.

Mientras enumeraba las ventajosas condiciones con cierta gracia, el timbre de la puerta anunció inesperada visita mañanera. Estas llamadas siempre sobresaltan porque acostumbra a ser el cartero con la mala noticia de una multa de tráfico o un rejonazo de Hacienda. Un chaval encorbatado como para asistir a una boda espantó el temor al preguntar con una radiante sonrisa por el funcionamiento de la conexión ADSL porque él traía un combo insuperable en velocidad y precio. Se fue con los megas pero dejó buen rollo: "Otra vez será, hay que ganarse la vida".

A las cuatro horas, durante el bañito del mediodía, una chica con un vestido amplio de flores se agachó delante de la toalla para ofrecer una sesión de depilación láser gratis para conocer su método. "Aquí es donde se coge a la gente tranquila y al menos te escucha", comentó sobre la novedad de llevar la venta a la arena. La rapaza estudió peluquería y estética, pero hay que remangarse para llenar de clientela el salón de belleza. "¿Y no tienes a alguien a quien regalárselo?", insistió la moza. En la libreta tenía a siete interesados apuntados. Cuatro comerciales en un día. Y de repente, septiembre. 

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