Opinión

TRANQUILOS, YA NOS VAMOS MURIENDO

Que no se preocupe el FMI, el Eurogrupo o los grandes fondos de inversión. Lo de España quizá tenga fácil y rápido arreglo. Ya nos vamos muriendo, nos acabarán matando o nos despellejaremos solitos, que viene a dar un resultado parecido. Bien pensado, cuando lleguen a repartirse el botín, por lo menos en Galicia no cometerán la imprudencia de pasar de meter mano a un monte tan fértil como improductivo. En el Estado se perderán 2,6 millones de habitantes en diez años y en el 2017 habrá ya más gente que la diñe que churumbeles que vengan al mundo. En Galicia, a pesar de los mejores porcentajes respecto al resto de comunidades que el presidente Feijóo blande para escaquearse de las pésimas noticias, en una década vivirán casi 150.000 gallegos menos. No hay mal que no tenga algo positivo o eso nos han vendido. Más puestos de trabajo vacantes y menos bocas que alimentar, aunque no quede quien apande con las pensiones. Total, para malvivir...


Y si resulta que al personal, como ya no puede pagar ni la luz, le da por dedicarse a la noble, placentera y barata tarea de procrear repentinamente, ya encontrará Rajoy o Feijóo, malo será que uno de los dos no continúe mandando, una ley para espantar las ganas aunque pretendan justo lo contrario. Los políticos que están en el poder padecen de incontinencia normativa. Que la peña protesta, pues se elabora una norma que acojone mucho. Que los trabajadores se declaran en huelga y revierten su situación laboral, al momento, no vaya a ser que pase el calentón, se anuncia un nuevo texto que regule los servicios mínimos hasta limitar el derecho a poder dejar de respirar. Siempre quedará Portugal. Allí, 'tan perto, tan lonxe' hasta la Policía encabeza la protesta con el consentimiento de los colegas que están de servicio. Aquí se le zurra al estudiante, al viejo, al moro... Lo mismo te sacan un ojo de un pelotazo en una manifestación que afilan la alambrada de Melilla con cuchillas de afeitar para después estudiar qué daños pueden causar a personas que incluso viven peor que aquí. Queremos cargarnos hasta al que necesitaremos. Habría que dejarse de gaitas y legislar la decencia. Los políticos tendrían que dejar el puesto cuando incumplen una promesa en vez de echarle la culpa a otro. Tampoco debería servir aquello de yo no me enteré. Ni para la derecha ni para la izquierda. La culpa es nuestra, el gusto es suyo.

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