Opinión

Un globo morado

Hoy habrá que poner un globo morado en la ventana para manifestar que en esta casa se respira feminismo con la misma intensidad en la mujer y en el hombre. La conviviente ha decidido irse de miércoles cañero con las colegas en el Día Internacional de la Mujer en vez de acudir a la manifestación como era costumbre incluso con alerta de pandemia por covid. Las ganas de asistir a la necesaria reivindicación del 8M permanecen intactas, pero los desencuentros entre las dos fuerzas del Gobierno para modificar la rebaja de penas en los delitos sexuales por la llamada “ley del sólo sí es sí” provocan confusión. En un lado el feminismo clásico, en la otra orilla el que impulsa Podemos con palabras efectistas frente a un PSOE al que acusa de regresar al Código Penal de la manada y acabar con el consentimiento. En Podemos son muy buenos acuñando eslóganes, pero el proyecto alumbrado tras las protestas del 15M puede acabar decepcionando como un juguete que no se ajusta al envoltorio.

El Consejo de Ministros aprobó por la mañana el anteproyecto de Ley de Paridad sin la participación del Ministerio de Igualdad que dirige Irene Montero. Que los consejos de administración de las empresas del IBEX o de más de 250 trabajadores estén formados al menos por el 40% de cada sexo pase a obligación en vez de quedar en recomendación, es de justicia común. Si le suena bien o no le chirría a los populares europeos, a Alberto Núñez Feijóo o a la conselleira de Igualdade de la Xunta, María Jesús Lorenzana, no se entiende la pataleta del Ministerio de Igualdad. La paridad tendría que ser también obligatoria en el poder judicial.  

Por la tarde, las fuerzas soberanistas en el Congreso le dieron una lección de Estado a los dos partidos que forman el Gobierno. “Se equivoca Podemos cuando dice que el problema no está en la ley, pero también el PSOE al volver al anterior modelo. Por eso no vamos a apoyar la propuesta y pedimos que se pongan de acuerdo”, dijo Néstor Rego, del BNG. “Pocas veces he estado aquí con tantas ganas de irme a casa. No se lo merecen las mujeres”, suplicó Vallugera, de ERC. Tampoco le hicieron caso.

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