Opinión

Vejez sin costra

Sarna y vejez en la misma noticia destrizan el ánimo por muy dura que sea la costra de los sentimientos. La Xunta activó anteayer el protocolo para aislar a 140 internos de la residencia de ancianos del Meixoeiro, en Vigo, por un brote de sarna. Y no estamos en la posguerra ni los abuelos se piraron a un campamento sin condiciones de higiene mínimas. Sucede en un centro de uno de los mejores sistemas sanitarios y sociales del mundo, sobre el papel. El pasado verano, un incendio en un geriátrico privado de Zaragoza provocó que ocho ancianos consumiesen lo poco que les quedaba de vida antes de tiempo. Con el rescoldo humeante se supo que no reunía los requisitos mínimos ni contaba con la licencia pertinente. ¿Nadie vigila las condiciones de vida de los ancianos? ¿Para qué preocuparse? Da la impresión de que los viejos estorban y no sólo a Christine Lagarde, directora gerente del Fondo Monetario Internacional, que advirtió hace un tiempo de que tenemos la insana costumbre de vivir muchos años. Intentamos aparcarlos donde menos afeen una sociedad cosmética. Los partidos políticos sólo se acuerdan de ellos cuando toca ir a votar.

En A Coruña, el asilo de ancianos de Adelaida Muro era una fabulosa y céntrica construcción. Contaba con la galería más larga de la 'Ciudad de Cristal', diseñada en 1884 por el arquitecto Juan de Ciórraga, autor también de las celebradas cristaleras de la Marina. Los viejos con menos posibles acostumbraban a pasear por el Campo de Marte y bajaban a calentar sus cansados huesos a la playa del Matadero. Cativos y ancianos se enredaban con naturalidad. La estampa de cada día se convertía en una magnífica lección de vida. Pero con el consentimiento del alcalde Francisco Vázquez, el socialista más popular, y a pesar de la protesta vecinal encabezada por el profesor Aller, amigo íntimo y compañero de estudios de Manuel Fraga, una constructora derribó el inmueble en septiembre de 2001 para levantar apartamentos de lujo. Las monjitas que atendían el asilo fueron recompensadas con 12 millones de euros y los ancianos fueron trasladados a las afueras de la ciudad a unas instalaciones modernas en vez de adecentar el viejo asilo. Nunca más se les volvió a ver caminando por el centro. Esto es sarna sin gusto...

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