Opinión

"A ver si nos da tiempo"

Parecía una reunión de exalumnos que llevan tres décadas sin verse el careto poniéndose al día, pero el cajón al fondo de la sala en el que reposaban los restos del colega indicaba que no era tarde de fiesta. El finado había cumplido 55 años, aunque se ponía un palo o se lo quitaba para evitar la dichosa rima cuando le preguntaban por la edad. La noticia pilló a todos sus amigos por sorpresa. Ninguno sabía que estaba enfermo. Consiguió mantener la percha de maniquí los dos años que peleó contra la enfermedad en silencio y cuando los estragos comenzaron a ser notables se retiró para evitar las despedidas.

Las redes sociales no sólo sirven para que el personal vierta su malestar, también son un fenomenal altavoz para que se propague una noticia que un amigo lamentaría no enterarse a tiempo. “¿De qué murió si no estaba enfermo?”, se preguntaban antes de que en el velatorio se supiese que había superado un cáncer, pero apareció en otra parte del cuerpo cuando había conseguido olvidarlo y en cuatro semanas lo consumió. “Lo vi hace poco y estaba fenomenal”, se escuchaba en el tanatorio como el bisbiseo de una oración en busca de consuelo. “El día que me lo encontré incluso le dije: ‘Mucho te cuidas”, añadió un hombre que acababa de llegar a despedir al chaval con el jugaba a diario durante la infancia. “Siempre fue un guaperas y no me sorprendió que me respondiese: ‘Estoy a régimen’. Fue la última conversación que tuvimos, si lo llego a saber... No entiendo que no me dijese nada, pero hay que respetar su voluntad”.  

Las conversaciones pendientes martillean como los malos recuerdos. En el corrillo de los crápulas el más avispado para merodear entre los que marcan el paso mencionó una anécdota personal con Josep Piqué, ministro del Gobierno de Aznar, sobre la enfermedad y las despedidas. “Coincidimos en un acto del PP después de años y se acercó a darme un abrazo. Me dijo que teníamos que comer un día, aunque al momento soltó: ‘A ver si nos da tiempo’. Ya estaba muy desmejorado”. El cirujano Manuel Sans Segarra aseguró en el Foro La Región que “hay una serie de pruebas objetivas, con base científica, que nos permiten afirmar que la muerte física no es el fin de nuestra existencia”. Hay que decir amén.

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