Opinión

Verano azul, o rojo

La funcionaria pizpireta entró en la clase de Pilates sobresaltada por si le toca estar en una mesa electoral en las generales del 23 de julio. “¿No sé si te puedes librar si ya tienes las vacaciones pagadas?”, preguntó al aire. La charcutera, autónoma, guardó silencio, pero dio un paso atrás para que no la pillase haciendo el gesto de afilar los cuchillos. No hizo falta más explicación para comprender que el calendario laboral ordena su descanso y que le daría igual pasar el domingo en un colegio electoral a cambio de 70 euros. Su plan del día siguiente no es descorrer la cortina para comprobar si el día está de playa, sino madrugar para levantar la verja con puntualidad para no perder un venta porque el día siguiente, 25 de julio, vuelve a ser festivo en Galicia. “Lo que le preocupa a la gente son las vacaciones”, sentenció el profe para concluir el debate y comenzar el ejercicio. Por el tono sonó a reproche con sordina.  

La peluquera montañera se presentó a la carrera por la calle con una pregunta en la boca: “Oye, oye, tú que escribes sobre política, ¿sabes qué tengo que hacer para no ir a una mesa electoral en caso de que me toque? ¿Sirve estar de vacaciones?”. La suerte es puñetera. Un colega que lleva décadas deseando participar en una jornada electoral acumula decepciones al abrir el buzón después de que el sorteo señale a los 181.728 electores titulares y a 363.456 suplentes para componer las mesas, y muchos que no quieren comerse el marrón llevan unas cuantas tazas. Quizá habría darle una vuelta a la normativa para introducir la opción de voluntarios. “Si eres de los ‘afortunados’, te llegará una carta y tienes que presentar alegaciones ante la Junta Electoral de Zona. La OCU ha pedido que se flexibilicen los criterios para aceptar las vacaciones como un evento de especial relevancia, según acabo de leer”. La peluquera no pareció convencida con la explicación ni con el razonamiento de que esas jornadas son una gran experiencia y la chapa sobre la democracia. “Si tanto te gusta, te llamaré para que vayas por mí”, respondió a modo de despedida. “Sánchez quiere que los españoles elijan entre urnas o vacaciones”, soltó ayer Núñez Feijóo. El PP ya tiene letanía para la campaña, Sánchez se agarra al flotador y bracea para que el verano no sea azul.  

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