Opinión

La vida por los pelos

De los 81.000 millones de euros destinados a ayuda financiera en tiempos de pandemia sólo habían sido transferidos 21.000 millones hasta principios de febrero. La hostelería y el comercio se queja de que el dinero prometido llega a cuentagotas por la rigidez burocrática y los sobresaltos digitales. Podría parecer que se trata de una ventanilla cercana, pero sucede en Alemania, donde las actividades no esenciales continúan cerradas y sólo las peluquerías podrán abrir a partir de marzo por "dignidad".

Mal de muchos consuelo de pocos y ganancia de menos, pero esta vez el sur de Europa no cargará con la culpa cuando haya que revisar la cuenta y activar quitas para continuar en pie por los pelos. "El que cierra, paga", proclamó sobre la clausura de la hostelería Abel Caballero, alcalde de Vigo y presidente de la Federación Española de Municipios y Provincias, argumentando que los fondos de reactivación llegan a las autonomías. Al tabernero la administración encargada del trámite le da igual mientras le solucionen el problema de caja por el parón obligatorio. El comercio gallego regresó ayer al horario habitual, pero José María Seijas, presidente de la Federación Galega de Comercio, avisa de que el alivio es mínimo al mantenerse los cierres perimetrales de los municipios. Al personal tampoco se le calienta la mano sin un bar para mojar las compras. 

El Parlamento de Galicia solicita al Gobierno central la reducción del IVA de las peluquerías del 21% al 10% con los votos a favor del PP y BNG y la abstención del PSdeG. El incremento se produjo en 2011 durante la presidencia de Rajoy ante el riesgo de quiebra. Sorprende que no se haya bajado en todo este tiempo. La dignidad siempre fue coqueta.  

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