Opinión

Vocación viene de boca

Alicia contagió a medio instituto la pasión por la palabra y el teatro. Decíamos que poseía una cualidad innata para descubrir en los alumnos su vocación literaria o teatral, aunque quizá sería que los estudiantes de aquellos tiempos nos podíamos permitir soñar con vivir del arte o de las letras. Antes de dar el salto a la universidad, el orientador realizó una encuesta para comprobar las preferencias del personal para saber por dónde soltar la chapa. Vestir uniforme de guardia civil o de cualquier otro cuerpo de seguridad del Estado fue la última opción marcada por todos sin excepción, a la par de los oficios religiosos. Andábamos enredados con las manifestaciones para que se suprimiese el servicio militar obligatorio para los varones mayores de 18 años y los 33 botones de una sotana habían dejado tanto de seducir como de infundir respeto.

A comienzos de la crisis, un cliente del abrevadero con una acentuada sensibilidad nacionalista regresó al vaso desencajado porque su hijo le acababa de anunciar que iba a opositar para policía. No comprendía cómo, después de todo lo que había predicado en casa, el retoño quisiese acabar de 'madero'. "Igual no es su vocación, pero el chaval está buscando un chollo para toda la vida y esto pinta muy mal", lo tranquilizó un colega con más olfato para los ciclos económicos que algunos presidentes y ministros de Economía.

Pepe, el profe de latín, enseñó que vocación viene de 'vocatio', "acción de llamar", pero no tenía razón. El pasado día 11, cuando sobre el papel estamos saliendo del fango, 32.500 personas, casi 2.200 en Galicia, se presentaron a la oposición para 820 plazas de guardia civil, algo impensable hace no tantos años. De los aspirantes desesperados por conseguir un empleo fijo, más de 5.000 son licenciados o diplomados, 25 han hecho un doctorado y 772 cuentan con un máster. No hay casualidades. A principio de año, 28.363 personas compitieron por las 254 plazas para policía nacional que el Estado sacó a concurso en 2014. Y se calcula que las más de 1.000 previstas para este año, la primera gran oposición en un lustro, dispare las vocaciones. Vocación no viene de 'vocatio', queridos profesores, sino de boca, la que hay que alimentar.
 

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