Opinión

Votar a los 16, presidente a los 33

Entre la comunidad científica circula la creencia de que si a los 33 años no has desarrollado una investigación para merecer el Premio Nobel ya puedes dedicarte a cuidar gallinas o alimentar palomas. Las cabezas mejor armadas de nuestra especie son conscientes de que la edad limita las ganas de pretender lo que parecía imposible hasta que alguien lo hizo. La merma de fuerzas es una obviedad inobjetable como una fórmula matemática. En política, actividad en la que a todos nos va la vida, debería estar consensuado algo parecido por más que el mundo se empeñe en confiar la gestión a los mayores de la tribu como en los casos de los presidentes estadounidenses Joe Biden y Donald Trump o el ayer fallecido Silvio Berlusconi. El caso de Ramón Tamames como candidato de Vox a la presidencia del Gobierno fue otra historia, también de miedo. Las canas deberían enseñar y aconsejar, los chavales saltar al campo. En el periodismo se aplica con sutileza: los veteranos sujetamos la columna, la audacia juvenil levanta el periódico o el informativo.  

Ana Pontón, portavoz nacional del BNG, anunció ayer que propondrá en el Parlamento de Galicia una reforma de la ley electoral para que en las próximas elecciones se pueda votar desde los 16 años y establecer la obligación de dos debates por campaña. Pontón pidió “non ter medo” a que se expresen los 46.000 gallegos que podrían participar en las elecciones de 2024 si la reforma se trata con carácter de urgencia. Si pueden currar y dar consentimiento a tratamientos médicos, no habría más que argumentar en contra.

No saldrá adelante como sucedió en otras ocasiones. Podemos llevó la idea en su programa electoral de 2019, el Congreso ya había debatido y rechazado tomar en consideración la iniciativa en 2016, como sucedió después en 2020 y en 2022 a propuesta de ERC para reconocer un derecho que ejercen los jóvenes de 16 años de Austria y Grecia. Los Círculos Galegos Xoven Revolucionario pedían en los años 70 equiparar la edad de voto a la penal, situada en los 16 años. Se acabó reduciendo la mayoría de edad de los 21 a los 18 años y subiendo la penal. El poder suele ser añoso,  cuando pisa moqueta el empeño es no caer. El futuro siempre será joven.

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