Opinión

Cómo hacer más con menos

Cuando escucho a un político, que sabe de economía, decir que con su presupuesto piensa hacer más con menos, no tengo duda de que se está refiriendo al principio de Wilfred Pareto. Pero enseguida siento pánico porque la administración de un organismo público -Gobierno, Xunta, Diputación, Ayuntamiento-, difícilmente se adapta a ese dictado donde con un 20% de gasto o inversión se generaría un 80% de eficacia para solucionar los problemas reales. ¿Lo entiende? No. Yo tampoco. Sin embargo la socorrida frase de “en este ejercicio vamos a hacer más con menos” ayuda a titular la noticia y dejar al auditorio expectante.

La propuesta, de tiempo en tiempo, salta a la palestra para esconder alguna realidad. Un ejemplo cercano. El Gobierno de Alfonso Rueda ha rebajado el impuesto de sucesiones a unos 7.700 gallegos, con lo cual el próximo año la Xunta recaudará treinta y siete millones de euros menos. Este, hipotéticamente, sería el 20% del principio de Pareto dentro de unas previsiones que van a dejar sin ayudas a 57.000 personas necesitadas de la desaparecida Tarxeta Básica, el 80% correspondiente a la filosofía del economista francés. Un gasto que representaría unos treinta millones de euros para las arcas autonómicas. De este modo, “hacen para menos con lo que les corresponde a los más”. ¿Se ha invertido la propuesta o es un simple error de cálculo?

Pero no siempre sucede de este modo. Dos ejemplos reales. Durante la pandemia de 2020, con menos recursos, digamos el 20%, la sanidad pública cubrió con éxito las necesidades del 80% de la población. Sin embargo aquí también subyace una lectura desalentadora. No fueron las Administraciones las responsables del éxito, sino los sanitarios trabajando hasta la extenuación, en condiciones precarias e incluso entregando sus vidas. Y otro caso sin movernos de la sanidad. En la de Madrid acaban de abrir ochenta centros de urgencias hospitalarias con menos del 20% de dotación profesional médica. El caos durante el puente de difuntos ha sido tragicómico. El principio de Pareto fue políticamente utópico en ambas circunstancias sanitarias. 

Ahora la ciudadanía normal, entre la que me encuentro, se pregunta ¿cómo podemos hacer más, en el contexto de esta crisis, con los mismos ingresos que antes de la guerra de Ucrania y del abuso de los poderosos oligopolios energéticos y de las bancas, entre otros? Dan ganas de descolgar el teléfono y pedir la fórmula al portavoz de turno. Pero como sabemos que o no nos responderán o saltará un ordenador parlanchín, nos mordemos el sueño y empezamos a temer ante la posibilidad de no poder pagar la nueva y disparatada cuota de la hipoteca, el abusivo recibo de la luz, del gas, de la gasolinera y del super. Para nuestra miserable realidad económica tampoco vale el principio de Pareto.

Y ahí se encienden las carnes cuando la memoria nos trae al carro de la compra que personajes de la sapiencia de Luis de Guindos, Cristine Lagarde, Mario Draghi y otros del 20%… andaban dentro o en los arrabales de la quiebra de Lehman Brothers, y son los mismos que ahora deciden los tipos de interés con los que la banca engorda sus talegos mientras seca los bolsillos del 80%, irremediablemente pasivo. Podría seguir haciendo más con menos, pero lo dejo aquí y le recomiendo consolarse pensando que cuando el 80% de las veces sonreímos a una persona desconocida, sólo un 20% nos devuelve la cortesía. Haga la prueba y verá que en esa propuesta Wilfred Pareto acierta.

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