Opinión

Conspiración contra el voto

He confesado en más de una ocasión que creo en las conspiraciones de toda índole, especialmente las relacionadas con el poder, tengan la calidad o el matiz que tengan. Conspirar es un atributo humano. Otro asunto será por qué y para qué un grupo de embozados se reúne, planifica y ejecuta una acción legal o ilegal. En la antigüedad los dioses conspiraban para dominar a los humanos. Lo egipcios nos enseñaron que existen 24 sabios inmortales (podemos visitarlos en el Pórtico de la Gloria), que deciden el curso de la historia. Todos los personajes que han beneficiado a la Humanidad son reencarnaciones de ellos mismos, según algunas teorías antiguas… Pues desde ahí, desde ese concilio invisible y poderoso, nos venimos reuniendo y conspirando en la sombra.

Digo esto cansado de escuchar que Trump ha creado escuela y, por sí solo, está empeñado en destruir el concierto democrático de EEUU, para mantenerse en la Casa Blanca contra el resultado de las votaciones y mostrarse al mundo como un ejemplo de poderoso capaz de doblegar las leyes establecidas. Yo estoy seguro de que ese payaso no es producto de sí mismo ni ha llegado a la supremacía simplemente por ser rico y ambicioso. Ha sido escogido y lo respalda una eficaz logia mundial totalitaria y peligrosamente excluyente que no vemos. ¿Creíamos que los totalitarismos habían caído en la Segunda Guerra Mundial? ¿Creíamos que los rebrotes eran pequeñas anécdotas de países tercermundistas? Estábamos equivocados.

Donald Trump ganó a Hilary Clinton gracias a una conspiración internacional manipulando los votos telemáticos y por correo. Ni es una casualidad ni tengo dudas. Lo consiguió porque pertenece a la estirpe de Hitler, de Mussolini, de Franco, de Stalin, de Ceausescu, de Tito, de Videla, de Pinochet, de Oliveira de Salazar, de Putin, de Bolsonaro, de Maduro, de Le Pen, de Salvini… y todos ellos han sido o son instrumentos de una fuerza económica y social llamada fascismo, tan vieja como la especie, con o sin el mismo nombre. Trump ni es un error del pueblo americano, ni es un llanero solitario que desde el poder ha recortado libertades, ha ejercido la misoginia y la xenofobia y sueña con perpetuarse en la cúpula del dominio dando un Golpe de Estado contra los votantes. Es la punta de un iceberg.

La noche electoral resultó patético al proclamarse ganador de las elecciones, al mismo tiempo que las calificaba de fraudulentas e iba contra el recuento de votos. Sin embargo ese patetismo tiene una lógica, es mucho más que una elemental manipulación dialéctica, es fruto de la conspiración contra el poder de la ciudadanía democrática. Tras la caída de los fascismos públicos no hemos dejado de ver cómo desde rincones del pensamiento y la divulgación se trata de devaluar la identidad y eficacia del voto universal, la única verdadera potestad de que dispone la ciudadanía anónima. El voto es el arma más peligrosa y eficiente contra los totalitarismos y Trump lleva en su genética la misión de despreciarlo si no funciona en su favor.

Si hoy viernes, o el próximo domingo, Donald Trump cae, pierde las elecciones y el voto se alza hegemónico, la humanidad estará de enhorabuena. Si sigue parapetado en la Casa Blanca el descrédito de la democracia continuará aumentando para mayor goce de los conspiradores.

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