Opinión

Doña Ada y el ejército

Cuando se ejerce el poder desde el sectarismo siempre acaba generando violencia. Violencia física, verbal, sicológica, intelectual o de cualquier otro tipo, pero a la postre violencia. Muchas de las actitudes, aparentemente progresistas o maquilladas de izquierdismo, que estamos viendo en los líderes de las fuerzas emergentes -creadas como palancas de cambio hacia una convivencia más justa y mejor-, están demostrando ser ladrillos con los que construir muros socialmente divisorios.

La emergente alcaldesa de Barcelona, doña Ada Colau, tomó la maza del poder para renovar e innovar. Sin embargo está ejerciendo la prepotencia propia de la ignorancia y el sectarismo. Su último suceso, durante la inauguración del Salón de la Enseñanza de Barcelona, donde mostró a dos mandos militares la disconformidad de su grupo político por la presencia del stand del Ejército en el evento, podemos clasificarlo cuando menos de inoportuno, inadecuado y propio de una dirigente ignorante de la historia y de la realidad social donde ejerce el poder otorgado por los votos. Un acto generador de violencia en tanto que es excluyente de un estamento de nuestra sociedad democrática.

Ada Colau y los suyos justifican semejante proceder en la ambigua pero ideológica idea de “separar espacios”. Es decir, de construir ámbitos estancos en los que recluir o apartar sectores profesionales o sociales a los que ellos no se consideran afines. Un proceder totalmente retrógrado y propio de ideales totalitarios. Una forma de levantar muros, de crear fronteras y de dividir por clases o ideologías.

La señora Colau y los suyos aparentan mirar al Ejército español actual con ojos del pasado en un evidente gesto de provocación antidemocrático, con el que no podemos estar de acuerdo ni quienes somos ideológicamente antimilitaristas. Quienes, además, hemos padecido la opresión de las viejas botas del militarismo represor. Hoy nuestro ejército es un instrumento profesional de defensa de la paz. Es una fuente de formación y de puestos de trabajo dignos. Es un estamento con las mismas virtudes y defectos de cualquiera otro. Como lo es la columna vertebral de la política, la necesaria rectitud de la justicia, el bien común de la sanidad, la fuerza de los sindicatos, el impulso económico del comercio y la industria, la crítica de la comunicación…

La señora Colau ha ejercido gratuitamente la violencia contra un estamento que será cada vez más democrático gracias a la educación y la cultura, gracias a su relación social sin separación de espacios. Su presencia, por tanto, en un Salón de la Educación -donde a buen seguro estaban representados otros sectores educativos vinculados a conciencias del pasado que no molestaron a la alcaldesa-, era idónea y oportuna contra la ignorancia y la violencia.

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