Opinión

Si tuviéramos memoria

El cultivo y educación de la memoria era una ciencia y una virtud en un pasado no lejano. En la actualidad el triunfo de lo efímero, el almacenamiento virtual del conocimiento y la propagación de los recursos para acceder a él de forma instantánea están desertizando los cerebros. No sé si esta realidad es pura coincidencia histórica u obedece a algún tipo de plan universal en pos de la esclavización de los seres humanos. El intento de globalización de las sociedades modernas como targets para el consumo -el de usar y tirar los bienes- y el disfrute de la cultura como instantes de placer orgásmico, sin más transcendencia, nos están convirtiendo en autómatas. Decir esto parece exagerado ¿verdad? Pues mire a su alrededor e intente recordar cómo era su calle tres décadas atrás, qué ha sucedido con el tendero de la esquina, en qué ha quedado el estanco de tabacos, quién fue el primer alcalde democrático, qué se hizo del campo de la feria, de la cabina telefónica o del cajero automático… Trascienda a lo general. ¿Dónde le pilló el 23F? ¿Recuerda el atentado contra Carrero Blanco? ¿Sabe quiénes fueron Antonio Rosón o José Quiroga? ¿A qué partido votó la primera vez? No, no se trata de un test escolar ni de una encuesta al uso. Es la vida.

Si nos salimos del territorio provincial de Lugo y nos apartamos de los círculos políticos gallegos, la desmemoria de estos días tiene un nombre propio, José Ramón Gómez Besteiro. Este abogado en 2007 tuvo la osadía de convertirse en el primer presidente socialista de la Diputación lucense y revalidar el mandato en 2011, el siguiente paso fue tomar las riendas del PSdeG-PSOE y establecer una eficaz estrategia para derrotar a Feijóo en la contienda por la presidencia de la Xunta. Demasiado peligro para los conservadores. Igual usted no recuerda que en 2016 unos anónimos le valieron a la jueza Pilar de Lara para imputarlo obligándole por coherencia a apartarse de la vida pública. En vísperas de esta semana religiosa los medios de comunicación se han llenado de titulares celebrando su regreso a la gestión política como Delegado del Gobierno, una vez probada su inocencia. Me ha llamado poderosamente la atención la insistencia en considerar su travesía del desierto como un calvario y punto. Se acabó el drama. Borrón y cuenta nueva. Algo similar aconteció durante la misma cruzada de Pilar de Lara contra el inocente Francisco Rodríguez, entonces alcalde de Ourense y ahora candidato de nuevo. ¿Recuerda? Fue otro calvario al que también subió el ministro José Blanco y bajó impoluto. ¿De verdad que lo ha olvidado? 

Es así. En el PSdeG-PSOE ya está recompuesto el tetris que la jueza rompió de un manotazo y sabemos que los anónimos los envió Elena Candia, quien soñaba con ocupar la presidencia de la Diputación de Lugo. A ella la gloria le duró cuatro meses y tampoco se la recuerda en ese puesto. En estos días con absoluta impunidad el PP ha premiado su juego sucio elevándola a candidata a la alcaldía de la capital lucense como si la perversión política fuera una simple gamberrada para olvidar. Además la jueza ha recompuesto su situación y allí dónde esté sigue impartiendo “justicia”.

Sí, quizás la memoria ocupe demasiado en el cerebro y baste con aplaudir el final de cada acto y seguir la trama perezosamente. Sin embargo estaría bien pedir, por lo menos a los dos grandes partidos, un pacto de lealtad democrática y que retorne el empleo de la memoria a las aulas escolares y universitarias. Por un futuro mentalmente sano y porque la memoria suele generar buena educación.

Te puede interesar