Mientras que al Gobierno bipartito PSOE-BNG casi no se le notó que era un Gobierno de izquierdas, se le notó mucho más que era nacionalista; el Gobierno de Alberto Núñez Feijóo, en el poco tiempo que lleva, se ha mostrado como un Gobierno de la derecha más derecha, sin llegar al extremo.
Las medidas que han tomado en Educación, Sanidad, Medio Ambiente y en el discurso político general hacen muy fácil retratarlos. El único intento de aparentar lo que no son fue el del conselleiro de Educación, Jesús Vázquez, cuando aseguró que el cambio en la gratuidad de los libros escolares era una medida progresista. O en la actualidad, con la construcción de hospitales con capital privado que la conselleira de Sanidade, Pilar Farjas, no aclara en qué consistirá. También hubo una clara marcha atrás en la retirada del complemento a las pensiones más bajas que concedía la Xunta. Llevar a ese extremo la política neoliberal le pareció a alguien demasiado peligroso en términos electorales y decidieron recular. Es cierto que el presidente, Alberto Núñez Feijóo, muestra una cara amable y un talante negociador, sobre todo cuando habla de cuestiones de política nacional o de los líos del PP. Pero el discurso no pasa de ahí. Después, las decisiones son las que son. Y las actitudes de los mandos intermedios y superiores descubren el sesgo de la actuación política, como no cesar a la directora xeral de Colocación.
El PP hace la política para la que fue elegido, y dentro de cuatro años se verán los resultados. Pero a día están más contentos los votantes del PP con la gestión de su Gobierno de lo que estaban los votantes del bipartito a la misma altura de la película.
