En el PSOE de Galicia (a ver si acaban de una vez con esa entelequia de Partido Socialista de Galicia) están metidos en el cambio de líder con una tranquilidad sorprendente. Anda Pachi Vázquez recorriendo las agrupaciones y recibiendo apoyos de forma mayoritaria y también andan algunos militantes intentando formar una alternativa creíble con discreción.
La serenidad es fruto de la unanimidad en el análisis de la derrota. Hay que recuperar el discurso de Partido. Hay que olvidarse de O Presidente y volver al Partido Socialista que es lo que vende. Y eso es lo que ofrece Pachi. Pero, pese a la coincidencias en el análisis de la derrota, Pachi Vázquez se ve obligado a mostrar que es tan buen político como demostró ser buen ejecutivo en la Xunta.
A los militantes socialistas después de muchas y fracasadas experiencias técnicas, las últimas las de Emilio Pérez Touriño y el anterior Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, no les gustan los técnicos, quieren que la política la hagan los políticos. Aquellos que son capaces no sólo de tomar decisiones sino de convencer a los ciudadanos de que lo que están haciendo es lo mejor que se puede hacer.
Por eso Pachi Vázquez está enseñando su perfil político y no parece que peligre su elección. El trabajo difícil para Vázquez vendrá después: diseñar una oposición inteligente desde el punto de vista colectivo y personalizar la oposición a Núñez Feijóo. Los precedentes no son buenos.
La historia dice que los primeros que sustituyen al gran líder que se retira, o al derrotado no suelen alcanzar la victoria a la primera: Joaquín Almunia, Artur Más y Mariano Rajoy. Son tres ejemplos. Hay más. El otro es el socialista mallorquín Francesc Antich: ganó, perdió y volvió a ganar. Lo que quiere hacer Pachi.
