Opinión

La victoria del PP

El mérito de Alberto Núñez Feijóo (después de la campaña Feijóo a secas) es mantener unidos y movilizados a los militantes y votantes del PPG, pese a perder el poder por primera vez en Galicia. Esa es la obra de arte político que hizo el nuevo presidente de la Xunta.


Con el triunfo, Núñez Feijóo cierra un círculo mágico que inició con su victoria en el congreso de sucesión de Manuel Fraga y acaba al recuperar el sillón del Pazo de Raxoi para el PPG.


Liquidar el fraguismo estando en la oposición sin tener que dar un golpe encima de la mesa, con tal elegancia y suavidad que evitó reacciones públicas contrarias, demuestra que este buen gestor es un gran conocedor de la militancia conservadora a la que ha manejado con eficacia.


No era fácil ganar el congreso, al que parecía imbatible Xosé Cuiña, y lo ganó sin bajarse del autobús. Resultaba muy complicado tener la maquinaria electoral engrasada por si se presentaba la ocasión como así ocurrió.


Aunque las cifras que expuse en el artículo en el que analizaba la derrota socialista son erróneas el análisis sigue siendo válido: las elecciones las perdió el Gobierno. Pero Núñez Feijóo estaba en condiciones de aprovechar una oportunidad que casi nadie confiaba se fuera a producir. Él y su partido estaban preparados para recoger el fruto de los errores del PSdeG-PSOE y BNG. También es verdad que Feijóo ha tenido suerte, pero esa es una condición necesaria para triunfar en política.


Feijóo con los 39 escaños de la noche electoral pudo hacer un discurso mucho más triunfalista. Las primeras decisiones tomadas por Feijóo suenan bien y demuestran reflejos, una prueba: la incompatibilidad entre sentarse en el Consello de la Xunta y tener escaño en el Parlamento Galego, prueba evidente de que al final serán 38 los escaños del PPG.


Suena peor ese afán por desligarse del Partido y la defensa de los independientes. Touriño hizo lo mismo y así le fue.



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