ARQUEOLOGÍA

Un campamento prueba la presencia romana en el Salas

Horno de campaña en el Alto da Raia, en Calvos de Randín.
photo_camera Horno de campaña en el Alto da Raia, en Calvos de Randín.
Roman Army certifica la existencia de un yacimiento del siglo I a.C. en la Raia, en Calvos de Randín

Un recinto fortificado de aproximadamente tres hectáreas de extensión y datado entre el siglo I a.C. y I d.C., es el primer campamento romano identificado en el valle de Salas, en el Alto da Raia, entre Montalegre y Calvos de Randín. El arqueólogo de Era-Arqueologia Joao Fonte ha sido el encargado de liderar un proyecto de investigación en el que se concluye la “presenza romana neste territorio na época das coñecidas como Guerras Astur Cántabras ou nos episodios posteriores de pacificación ou nos primeiros momentos de consolidación do poder romano”, traslada sobre unos restos que podrían asentarse sobre un espacio de actividad anterior a la Edad de Bronce y la Edad de Hierro.

Su localización, la abundancia de datos y su cronología aportan “información de gran valor para avanzar no coñecemento da integración do territorio que será posteriormente Galicia e o norte de Portugal no Imperio romano”, dicen los investigadores, que llevaron cabo el trabajo de campo en la primavera de 2021, en el marco del proyecto Finisterrae, que contó con financiación de la Comisión Europea, del Concello de Calvos de Randín y la Cámara municipal de Montalegre. Desde el concello ourensano, el alcalde, Aquilino Valencia, mostraba su satisfacción por la confirmación de un yacimiento que forma parte de la historia del municipio, “es el primero y el único”, dijo sobre el campamento del valle de Salas. Preguntado por las posibilidades de llevar a cabo nuevas intervenciones en la zona, Valencia lo condicionaba a la consecución de financiación externa.  “Los fondos del Concello son los que son”, dijo.

Técnicas

La intervención arqueológica, fruto de la combinación de diferentes técnicas científicas, ha permitido localizar una gran cantidad de información y también uno de los primeros “fornos de campaña” encontrados dentro de un recinto militar temporal del noroeste peninsular. Unas estructuras que permitían la cocción del suministro de pan para los soldados romanos. “Grazas aos restos orgánicos de cereal localizados neses fornos o xacemento puidose datar con precisión”, subraya el equipo, que también extrajo muestras de cebada, maíz menudo o trigo, lo que permitió conocer ciertos hábitos o pautas alimenticias de sus moradores. “O achado doutros cultivos, como espelta, son máis propios do noroeste peninsular e suxiren o subministro a partir dos recursos locais. O achado de figos fai pensar tamén na alimentación habitual no exército romano”, añadían.

La combinación de la teledetección, el uso de georadares o gradiómetros, la datación por Carbono 14 o luminiscencia, los estudios geoquímicos, los análisis arqueobotánicas y la excavación arqueológica convencional han permitido describir “de forma moi detallada o xacemento”, enfatizan los investigadores, que dibujan el recinto  ubicado en un lugar expuesto y rodeado de castros, que no estuvo habitado más de cien años y que tenía “forma tendente a naipe”, preservando las cuatro puertas de acceso, incluido uno en clavícula y un foso perimetral. El yacimiento “parece non estar relacionado directamente con campañas militares”, dicen, defendiendo la hipótesis de que pudiera formar parte del proceso de reorganización territorial y explotación de recursos que vino después de la conquista y de la integración de este territorio dentro del Imperio romano. “Isto abre interesantes preguntas ao redor das interaccións diplomáticas potenciais entre o exército romano e as comunidades indíxenas que habitaban nesta área, incluíndo a transferencia de coñecemento ou determinadas prácticas”, concluyen.

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