abyectos aplausos

Hace poco más de nueve años los diputados del Partido Popular patrocinaron con sus abyectos aplausos la Guerra de Iraq. Hace unos cuantos días, otro aplauso, con menos víctimas mortales pero igual de pornográfico y escandaloso, volvió a inundar de ignominia el Congreso. Algunas de sus señorías eran las mismas y tuvieron el honor de participar en ambos vítores. Enhorabuena. Esta vez fue para celebrar los recortes en la !prestación por desempleo, amén de otro hachazo a las columnas del ya precario estado del bienestar. De aquellos lodos estos barros.
En el medio de los aplausos, una diputada atraviesa con su escupitajo verbal la dignidad de casi seis millones de parados. Y si repugnante es su exabrupto ¡que se jodan!, más lo es aún viniendo de quién viene y como suele ser habitual, de la persona menos apropiada. La injuriosa voz es la de una diputada cuyo principal mérito es ser hija enchufada del hombre que fue el claro ejemplo del despilfarro público como presidente de una diputación, estar implicada judicialmente con él en algún caso de corrupción y haber sido nombrada senadora hace unos años por designación digital (a dedo). De alguien al que alguna caja de ahorros intervenida concedió créditos que luego fueron utilizados para blanquear dinero y que son imposibles de pagar con un sueldo público. Del afortunado al que la vida sonrió en nueve ocasiones concediéndole importantes premios de lotería y que impulsó la construcción de un aeropuerto que se muere de risa por el chiste de los 150 millones de euros que nos costó y que alberga una estúpida escultura en su honor en la que fueron pulidos otros 300 mil . De tal palo, tal astilla.

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